Opinión

El ‘cosmos castrexo’ en el Museo Municipal de Ponteareas

En las espléndidas tierras de la comarca de O Condado la cultura ‘castrexa’ –esto es, de los ‘castros’, de sello romano– se encuentra magníficamente representada. ¿Asentamientos más relevantes? Aquellos que en esta área geográfica hallamos en Troña, Fozara, ‘Castromao’, en Santiago de Oliveira. Asimismo San Amaro, en los límites entre San Mateo de Oliveira y Lira, además de Lourido y Taboexa, entre otros. Hemos de resaltar, no obstante, el ‘Castro de Troña’, sin duda el mejor y más representativo de esta cultura, que comprende un área que nos viene delimitada por el este, por el río Navia; por el sur, por el río Douro, incluyendo, pues, a toda Galicia, Norte de Portugal, así como extremos occidentales de Asturias, León y Zamora.

El ‘cosmos castrexo’ en el Museo Municipal de Ponteareas

Imprescindible es recordar que la cultura ‘castrexa’ abarca un período cronológico que va desde el siglo VI a. C. hasta el siglo VI d. C. Así, pues, comprende más de un milenio; empero, tras la conquista romana, su situación es distinta. Se trata, por consiguiente, de un período que va desde finales del Bronce hasta la llegada de las legiones romanas, el más propiamente ‘castrexo’. Henos ante poblados fortificados: los conocidos por los nombres de ‘castro’, ‘castros’, ‘castriño’ o ‘croa’. Fácil es su localización por sus lugares cerca de cursos de agua o bien aprovechando condiciones naturales de defensa. Ahora bien, ¿cómo estaban construidos estos poblados? Por edificaciones de piedra de forma circular, elíptica o cuadrada: la más frecuente es la primera. Todas ellas, con techo de paja.

¿Y el contenido de estas construcciones destinadas a vivienda? Una ‘lareira’ y bancos corridos de piedra, contiguos a la cara interna de las paredes de la casa. ¿Los muebles? Solían ser de madera. Su economía estaba fundamentada, sobre todo, en la agricultura cerealera –‘millo’ o maíz menudo, además del trigo–, si bien también se desarrolló la ganadería y la caza, la pesca y la recogida de frutos. Asimismo, un complemento de tal actividad económica era la explotación minera, en la cual sobresalía la escultura, la ‘ourivería’ –jovería en oro– y el trabajo del modelado de ollas, con un heterogéneo caudal de cerámica de múltiple tipología y ornamentación.

La sociedad ‘castrexa’ fue, sin duda, guerrera, acompañada de un reparto social muy desigual, a la par que con nítidos signos de jerarquización interna. Por otra parte, la religiosidad del ‘cosmos castrexo’, que era muy honda, no significó la existencia de templos ni de grupos de sacerdotes organizados. He aquí, en el Museo Municipal de Ponteareas, restos básicamente cerámicos, procedentes de los yacimientos de Os Castros, Lourido, en Salvaterra de Miño, O Caneiro, en Fozara, Ponteareas, así como A Asunción, en Pesqueiras, Salvaterra de Miño, y O Couto de Altamira, en Taboexa, As Neves, éste de indudable influencia romana.

He ahí el ‘Castro de Troña’, en la parroquia de Pías, descubierto y excavado por los arqueólogos Florentino López Cuevillas y Luis Pericot García entre los años 1928 y 1931. Tarea que fue continuada por Hidalgo Cuñarro entre 1980 y 1991. Este ‘castro’ nos presenta un sistema defensivo conformado por dos murallas, dos parapetos y un monumental foso de 18 metros de altura y 10 metros de ancho, que nos indica su celebridad y riqueza.