Opinión

‘Buvette’, Aguas de Mondariz, ilustre Álbum de Galicia

“Mondariz debe agradecer el esfuerzo de muchas personas a lo largo de varias generaciones. Este reconocimiento es –sin duda– por el que nuestro libro debe empezar. Porque en 2008 se cumplen ciento treinta y cinco años desde que el ‘Agua de Mondariz’ fue declarada de ‘utilidad pública’, y ciento diez desde que el ‘Gran Hotel Balneario de Mondariz’ abría sus puertas por primera vez. Las mismas puertas que luego quemó el fuego… y se volvieron a abrir. También hace cien años que se empezó a construir la primera planta de embotellado, el pabellón de ‘Gándara’. ¿Un último aniversario en 2008? Veinte años desde que Javier Solano llegó a ‘Aguas de Mondariz’, recuperando tiempo perdido y rematando obras que nunca habían sido terminadas”, escribe Javier R. Losada Boedo, Director Gerente de “Aguas de Mondariz, Fonte del Val, S.A.”, en las palabras preliminares, a modo de “proemio”, de Buvette, edición a cargo de la “Fundación Mondariz Balneario”, 2008.

‘Buvette’, Aguas de Mondariz, ilustre Álbum de Galicia

Ahora bien, el señor Losada Boedo no pudo evitar una fecha muy querida: la del reciente nacimiento de Manuela, hija de Pilar y Pedro, empleados de ‘Aguas de Mondariz’. Manuela es asimismo nieta de Herminia y Silverio, de nuevo empleados en activo en esta empresa. He ahí tres generaciones! “Cuando la generación de Manuela –nos recuerda el señor Losada Boedo– acabe su formación y busque una empresa donde trabajar, tiene que encontrarse nuevamente con Mondariz, el mismo proyecto que cada uno de nosotros ha heredado, pero más grande”.

El Balneario de Mondariz fue, desde luego, el más descollante de Galicia y uno de los primeros de España, cuando menos hasta la primera década del siglo XX. El “establecimiento” ­–así denominado– inicia su historia e “intrahistoria” en 1873, cuando sus aguas son declaradas de “utilidad pública” a iniciativa de sus propietarios, los hermanos Enrique y Ramón Peinador –artífices del lugar–, hasta 1931. Durante este período de casi cincuenta años, el espacio natural sobre el cual se asienta el balneario de Mondariz se metamorfosea en una admirable “esencia identitaria”.

De todos modos, ¿cuál es la raíz de la configuración y significado de un espacio como el Balneario de Mondariz? Se trata de la respuesta arquitectónica “concreta” a la forma de vida “balnearia” que nace en Europa en las postrimerías del siglo XVIII y alcanza su pleno desarrollo en el último tercio del XIX. Hemos de evocar cómo el “termalismo” decimonónico es una respuesta al anhelo –sentido como una necesidad de las clases “privilegiadas”­– de buscar la “tranquilidad” y el bucólico descanso junto a los “encantos” de la Naturaleza. Un escenario alternativo de la vida urbana, a fin de dar rienda suelta al cuidado tanto del cuerpo como del espíritu. Sin arrumbar, eso sí, los hábitos de ocio propios de su “clase”. Así, pues, he aquí una cualidad esencial que diferencia el balneario “moderno”: la “mercantilización” de su espacio. En el siglo XIX –guiado por la idea de progreso y civilización– se creaban “utopías”: la Naturaleza y, sobre todo, el agua, se transformó en “fetiche”.

En la actualidad, el “termalismo” es un emblema social y productivo. “El balneario es el espacio de representación –afirma María Antonio Leboreiro– en el que una época se expresa”.