Opinión

Entre truchos anda el juego

El calor aprieta bastante en la esquina pero la barra se mantiene fiel a la tradicional tertulia en la vereda. Hablan del futuro del Uruguay. Están pensando en las elecciones de noviembre y en el nuevo presidente. No dudan de que será Pepe Mujica. Están animados porque el país necesita un hombre con las ideas claras y sin corbata. También le siguen dando vueltas al asunto de los gayegos y sus votos montevideanos.
Entre truchos anda el juego
El calor aprieta bastante en la esquina pero la barra se mantiene fiel a la tradicional tertulia en la vereda. Hablan del futuro del Uruguay. Están pensando en las elecciones de noviembre y en el nuevo presidente. No dudan de que será Pepe Mujica. Están animados porque el país necesita un hombre con las ideas claras y sin corbata. También le siguen dando vueltas al asunto de los gayegos y sus votos montevideanos. Le quieren preguntar a don José Gervasio que viene de Buenos Aires si la cosa en la capital argentina es semejante.
–¿Qué tal por Buenos Aires don José? ¿Lo trataron bien los porteños? Suponemos que tendrá mucho que contar de su entrevista con el director de cine español que lo convocó para documentarse sobre la película que está preparando. ¿Era sobre dos exiliados en el Río de la Plata, no?
–Bueno, muchachos. La verdad es que yo siempre lo paso muy bien allá. Tengo viejos amigos periodistas de los tiempos en que el fútbol era un deporte. Además están las pastas de ‘El Cuartito’ y la carne de la parrilla ‘Peña’ que son de alta categoría. Acá en Montevideo tenés que buscar con lupa para morfar bien, es decir, con buena relación entre calidad y precio.
–Nosotros lo que más nos interesa saber si camina el tema del documental. Le agradecemos su información gastronómica pero ya sabe que somos bastante críticos con los porteños. Sería de giles negar que siendo una gran ciudad no haya más cantidad de buenas parrilladas que en Montevideo.
–Tienen razón, botijas. Dejemos la comida a un lado y vayamos a la cuestión. El director que quiere hacer el documental me cayó muy bien. Tiene las ideas claras. Serán dos historias del exilio republicano español en Buenos Aires y Montevideo. Quiere reflejar el proceso de adaptación a una nueva realidad. Está buscando personas en las cuales inspirarse. Le informé de los exiliados que conocí como por ejemplo el famoso José Bergamín o Mercedes Pinto. Le recomendé, hable con quien sabe más en el Uruguay sobre el exilio español que es mi viejo amigo Rogelio Martínez Barreiro. La historia de Rogelio, siempre fiel a los ideales comunistas, es impresionante. Es un niño de la guerra civil española que ganó mil batallas desde su nacimiento hace 80 años en Redondela. Quedó en llamarlo para acercarse a conocerlo y pedirle su colaboración.
–Nosotros en estos días que usted faltó seguimos con el debate sobre el voto de los gayegos. Se nos ocurre preguntarle si en la vecina orilla también hay campaña y sobre todo si hay laburo para los mensajeros.
–Vamos por partes porque la cosa tiene mucha miga. La campaña del otro lado del río está muy calentita. Me enteré de casualidad por medio de mi amigo Paco, el cronista jubilado hincha a muerte de los rojos de Avellaneda. Quedamos para tomar un café en el ‘Breogán’ de la avenida Belgrano para hablar de la época en que jugaban dos vascos exiliados en Independiente. Al final de lo único que me enteré es de la ‘joda’ que tienen organizada para recoger votos de los emigrantes de Galicia.
–Ya nos parecía que allá también se cocinan ravioles. Si nosotros tenemos mensajeros que van por las casas es de suponer que ellos tendrán más efectivos porque a los porteños en ‘truchos’ no hay quien les gane.
–Ta... reconozco que ellos son más en todo pero eso se debe aceptar para lo bueno y para lo malo. Estábamos charlando tranquilamente en una mesa de la ventana cuando pasa por la vereda una guacha de poco más de veinte años. Era alta y caminaba con elegancia. Fue Paco el que me hizo mirar porque yo tengo nietas de esa edad y de verde no tengo nada. Me dice: “Mirá José...mirá bien. ¿No le viste a la piba que pasó una escarapela con una gaviota y dos letras debajo?”. Me quedé sorprendido con la pregunta porque pensé que Paco estaba admirando una belleza porteña.
–Vale que a usted las chiquilinas no le vayan pero ¿estaba buena la mina? Cuente, por favor, el asunto de la escarapela. Casi parece que estamos en una novela de romance arrebatador. Se nota que usted llenó muchas páginas en los diarios.
–Le contesto a Paco que vi pasar una joven pero que no reparé en ningún detalle en especial. Le dije que 30 años atrás le hubiera hecho una radiografía pero ahora estoy en otra. Me dice que es una agente electoral del P.P. que va para la entrada del Centro Gallego. Me quedé desorientado porque nunca hablé de política con él. Al ver mi perplejidad me cuenta que su yerno es capo en la Federación de Sociedades Gallegas. Me propone que vayamos caminando hasta el Centro Gallego. Quiere que compruebe si tienen preparada la pasta frola en la esquina de la calle Pasco.
–Por lo menos don José vemos que hay un avance. Acá contrataron al Pocho y al Tito pero allá los gayegos porteños tienen más nivel y contratan azafatas de congresos.
–Cierto, che. No es lo mismo entregarle el sobre a dos monos que a dos bellezas con sonrisa ‘Kolynos’. Escuchen lo que me pasó al llegar. Veo a la chica de la escarapela. Me acerco a lo despistado y me pregunta si voto en las elecciones de Galicia. Le digo que sí pero que no tengo claro a quién elegir. Me contesta: “No lo dude... apueste por el futuro. Vote por don Manuel. Galicia está yéndose a la lona por culpa de un gobierno débil y necesitamos que vuelva el empuje revitalizante de un hombre con experiencia”. Le contesté, con acento porteño, que estaba de acuerdo y que podía contar con mi voto. Me sonrió muy complacida. Les soy sincero, muchachos, sus expresivos ojos me convencieron totalmente de que un voto es algo más que un cacho de papel impreso.