Opinión

¿2008 merece un balance literario?

Una empeñosa y joven periodista argentina me propone participar de un balance literario alrededor del año en trance de concluir. Con ese fin, me presenta un cuestionario con una docena de preguntas. Pero también me da la libertad de escoger aquellas que estoy dispuesto a contestar. Entre halagado e incrédulo, me dejo llevar.
¿2008 merece un balance literario?
Una empeñosa y joven periodista argentina me propone participar de un balance literario alrededor del año en trance de concluir. Con ese fin, me presenta un cuestionario con una docena de preguntas. Pero también me da la libertad de escoger aquellas que estoy dispuesto a contestar. Entre halagado e incrédulo, me dejo llevar.
¿Cuál fue el mejor libro de poesía publicado este año?
El mejor volumen de poesía argentina que leí en 2008 todavía está inédito: fueron los originales del excelente ‘De ser así’, un libro de extremada madurez (estética y humana) que está concluyendo, o ya debe haber concluido, nuestro Juan Gelman. Y que constituirá, sin duda alguna, al mismo tiempo una confirmación y un descubrimiento para sus merecidamente numerosos lectores de todas partes. Una reafirmación. Una renovación. Y un recomienzo. Puro, tremendo, conmovedor “lenguaje calcinado”. Una lección de belleza. Y de moral.
¿Cuál es el acontecimiento cultural del 2008 y por qué?
Aún esforzándome no lograría reducirlos a uno. La presencia y continuidad en nuestra ominosa tevé basura de un canal cultural de tanta calidad, tan eficaz y digno como el ejemplar ‘Encuentro’, la creación (finalmente) de un Ministerio de Ciencia con sus deseables, reparadoras consecuencias, y el hecho de que un autor tan exigente y de tan alto nivel literario como el gran escritor húngaro Sándor Márai vea prácticamente todos sus libros agotados en forma incesante, desmintiendo de forma categórica la ramplonería y el desprecio por el lector de muchos seudo editores, me han emocionado profundamente. De especial manera en medio de esta pesadilla de asfixiante banalidad globalizada, tan desoladora y tan deletérea.
¿Cuál fue el debate o polémica que le pareció más interesante y por qué?
El debate que no puedo evitar plantearme conmigo mismo, incluso después de una respuesta como la anterior. Porque me resulta extraordinariamente doloroso que el mismo país que está en condiciones de exportar alimentos al mundo entero sin preocuparse más que por la distribución de sus rentas, no se plante como sociedad y exija terminantemente concluir ya mismo con la atronadora, lacerante infamia de que estén muriendo por desnutrición al menos ocho niños argentinos por día.
¿Cuál fue la mejor novela publicada en 2008?
Me ha conmovido y he leído de un tirón (largo, por cierto) la enorme novela ‘Vida y destino’ de Vasili Grossman, un gran escritor soviético, que pudo ser al mismo tiempo el corresponsal de guerra más leído por el Ejército Rojo durante el heroico, legendario sitio de Stalingrado por las hordas nazis, uno de los primeros en constatar la bárbara realidad de los campos de concentración, y también uno de los últimos disidentes. Aquel libro fue prohibido, incluso en el “deshielo” de Kruschev, y sólo alcanzó a ser publicado varias décadas después de su muerte. Todo ese halo, entonces, y su propia materia histórica, pero por supuesto en el cuerpo de una enorme capacidad expresiva y estética, convierten a ‘Vida y destino’ en la gran novela del siglo XX.
¿Cuál fue el mejor libro de crónicas publicado en 2008?
Tendría que volver a Vasili Grossman. No hay nada más tocante que leer esos cuadernos de notas de aquel corresponsal de guerra del Ejército Rojo, milagrosamente salvados de la censura stalinista y que el historiador británico Anthony Beevor ha convertido en un libro medular: ‘Un escritor en guerra: Vasili Grossman en el Ejército Rojo (1941-1945)’. Para mí, que soy ineludiblemente un hijo del siglo pasado, ese libro de Beevor-Grossman se constituye en el documento esencial de un momento esencial: la lucha contra el fascismo durante la segunda guerra mundial. Que contiene en su meollo otro largo texto no menos esencial (tanto, que llegó a ser evidencia en el Juicio de Nuremberg): ‘Treblinka’, demoledora experiencia sobre la primera mirada a un campo de concentración nazi. Y que no por casualidad, se articula con otro libro exhaustivo y actualizado del mismo autor británico, Anthony Beevor, alrededor de un hito previo tan históricamente indeleble como legítimamente legendario: “La guerra civil española”. Que si para mi historia personal se constituyó desde niño en mi auténtica mitología: la heroica resistencia de los humildes milicianos de la República contra el soberbio y falaz golpe militar franquista, constituye también de hecho un auténtico hito acaso para toda la humanidad. Porque entre 1936 y 1939 no se jugó en la península tan sólo el destino de España sino también, al mismo tiempo, el de muchas otras grandes ambiciones y sueños que allí dieron, por legítima tragedia o malhadado destino, tal vez su canto del cisne.
Señalar cuál fue la mejor reedición y por qué, en cualquiera de los géneros.
Sin duda la feliz recuperación de ‘El río oscuro’ (1943), gran novela del injustamente silenciado escritor comunista Alfredo Varela, un hito fundamental en las letras latinoamericanas y un auténtico caso. No sólo retoma con dignidad el aire misionero de Horacio Quiroga y las valientes denuncias sociales de Rafael Barrett, sino que (sin someterse al castrador “realismo socialista” del stalinismo) su lenguaje es espléndidamente expresivo y apela a recursos formales entonces de vanguardia, de algún modo en el alto linaje de Faulkner. En 1953 ese sorprendente actor y director de cine que resultó el buen cantor de tangos Hugo del Carril (de las más dignas personalidades del peronismo en el poder) eligió aquella novela para su memorable filme ‘Las aguas bajan turbias’ (1953), enfrentando las reprobaciones oficiales hasta el límite de visitar a Varela en la cárcel, detenido por razones políticas, aunque debió cambiar el título y eliminar a autor y obra de los créditos. Dos ejemplos de dignidad, no sólo estética, concomitantes.