Opinión

Machismo en tiempo de crisis

Las crisis de cualquier origen perjudican más a los más débiles. En un país con desigualdades económicas previas, como en España, los que tenían poco se llevan una paliza de muerte. En un país con desigualdades de género previas, como en España, hay mujeres sobre las que aumenta el castigo sin tiempo para que se hable de ellas, enterradas entre un cuchillo machote y las noticias económicas.
Machismo en tiempo de crisis

Las crisis de cualquier origen perjudican más a los más débiles. En un país con desigualdades económicas previas, como en España, los que tenían poco se llevan una paliza de muerte. En un país con desigualdades de género previas, como en España, hay mujeres sobre las que aumenta el castigo sin tiempo para que se hable de ellas, enterradas entre un cuchillo machote y las noticias económicas. Apenas se está hablando en estos meses –o no se habla, directamente– de que no ha funcionado ninguna medida para frenar la cultura violenta casi generalizada de lo masculino sobre lo femenino, que cuesta más amarguras que todos los desahucios juntos. La violencia de género es un gesto meramente cultural, no tiene excusas. En España y en Europa nos gusta presumir ante Estados Unidos de haber consolidado una cultura con desapego social a las armas de fuego, enviamos corresponsales para que muestren una mezcla de extrañeza y burla europea ante la incapacidad intelectual de los yanquis para frenar la causa de una de sus desgracias. Hemos aprendido a despachar leyes que censuren el uso de armas de fuego incluso asumiendo que ésto sea un recorte de libertades; lo vemos lógico. Sin embargo, no tomamos ninguna medida legal con los gestos y acciones del peor machismo que vemos a diario en nuestro entorno y son armas cargadas para muchos varones desatados. Pensamos que inducir a la violencia machista con determinados mensajes públicos es un acto de libertad individual que hay que encajar pagando decenas de muertes y miles de abofeteadas, del mismo modo que un tipo de Wisconsin piensa que su derecho a tener en casa un fusil de asalto compensa las decenas de miles de personas tiroteadas en su país.
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