Opinión

Los que se libran siempre

Los que se libran siempre

España es el país de Europa con mayor población reclusa por habitante, es decir, que el Estado tiene una facilidad enorme para inclinarse por el castigo antes que por la prevención, la educación o la dignificación de la vida de personas que a veces se ven empujadas a delinquir. Es un país igualmente sorprendente en ambientes jurídicos internacionales por la arbitrariedad con la que se produce el indulto por injerencia política ante una sentencia, desde el defendido por un amigo del ministro de Justicia a varios banqueros liberados por el PPSOE, pasando por el anacrónico, estrafalario y vergonzante indulto religioso que se produce todos los años por Semana Santa, lo cual inhabilita a España para hacer discursos sobre el fundamentalismo de otros lugares del mundo. Entre los reclusos hay un importante número de personas que han cometido los que se podrían llamar delitos de hambre, de desesperación, porque no tenían absolutamente nada. Esto se ha digerido muy bien entre la sociedad porque tras el franquismo se mantuvieron los valores del castigo y el miedo como solución a los errores humanos, pero ahora todo eso se derrumba viendo cómo una vez tras otra los de la corbata se pasan por el forro de la pandereta las acusaciones sobre cómo se hicieron ricos o, peor todavía, cómo hicieron pobres o enfermos a cientos de miles de sus compatriotas. El verdadero poder no estaba en la impunidad con la que nos jodieron a la mayoría; el verdadero poder –y la mayor evidencia de que en España hay un ‘régimen’– se retrata en su capacidad para frenar todo el aparato policial, penitenciario y judicial de un Estado que se dice moderno. Esto sólo es posible con un PPSOE a su servicio.

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