Opinión

Judíos gallegos: ignorancia y represión

Mónica es una mujer de sensibilidad, fineza e inteligencia que nos sorprende por su serenidad y su modestia. Trasmite, con sencillez y precisión, conocimientos de gramática castellana. Es mi amiga desde los veinte años; fue testigo de mi casamiento. Conocí a sus padres, dos seres encantadores. Don Blás Arance Vicente nació en Jaén, Linares, en 1896. Abandonó España en 1928.
Judíos gallegos: ignorancia y represión
Mónica es una mujer de sensibilidad, fineza e inteligencia que nos sorprende por su serenidad y su modestia. Trasmite, con sencillez y precisión, conocimientos de gramática castellana. Es mi amiga desde los veinte años; fue testigo de mi casamiento. Conocí a sus padres, dos seres encantadores. Don Blás Arance Vicente nació en Jaén, Linares, en 1896. Abandonó España en 1928. Era autodidacto (tiene género, reitera Mónica) y –al igual que mi padre– no terminó la escuela primaria. Era lector voraz, de memoria concreta, de juicio lúcido. Le apasionaron los Beatles. Socorro fue un film que vio en varias oportunidades. Le gustaban también The Tremeloes. Un ser simpático, lleno de vida, de energía. Y juventud.
“A pesar de ser andaluz, tenía una gracia muy sutil y nada festiva”, recuerda mi querida amiga. “Aquí se va la víctima del infortunio uncida al yugo de la desesperanza”. Si había visitas Dina, su esposa, traducía: “Se va a trabajar”. “Decir mentiras es muy complicado, es mejor decir la verdad, total nadie te va a creer...”. “No sacudas el árbol que te puede caer un rabino en la cabeza”, con respecto a algún español renegando de los judíos.
Gloria de Antonio Rubio, especialista sobre el judaísmo en Galicia, escribió: “La población judía estaba sometida a unos tributos exclusivos denominados ‘cabezas de pecho’ y ‘servicio y medio servicio’ que se recaudaban mediante el sistema de capitación, es decir, existía un reparto previo entre los diferentes núcleos de población que tenía en cuenta el volumen de cada uno de ellos. Por lo tanto este tributo nos permite un ligero análisis demográfico. En 1442 Juan II intentó reducir el impuesto personal hebreo fijando el canon personal en 45 maravedíes por cada vecino o cabeza de familia mayor de 20 años, eximiendo del tributo a las mujeres. Partiendo de los datos del repartimiento de 1474 (no están incluidas comunidades importantes como Tuy o Mondoñedo) y teniendo en cuenta que la relación entre contribución y número de vecinos nunca es exacta, sino meramente aproximativa, se puede hablar de una población de 567 hebreos en Galicia repartidos del modo siguiente: A Coruña, Betanzos y Ribadeo cotizan 1.800 maravedíes que divididos por el canon personal (45 maravedíes) se obtienen 40 vecinos o cabezas de familia. Multiplicados por 6 (promedio de personas por familia) se obtiene unos 240 habitantes judíos aproximadamente. En Ourense, Monforte y Ribadavia que cotizan 2.000 maravedíes, Aplicando el mismo cálculo se obtiene 267 habitantes.En Bayona que paga 450 maravedíes el número de habitantes se reduce a 60”.
“Al igual que ocurrió en el resto del país, con la firma del Edicto de expulsión, el 31 de marzo de 1492 y su entrada en vigor el 31 de mayo de 1492, se inicia la salida de los judíos de Galicia. Alguna de las vías de salida de la península quedan reflejadas en un documento de 6 de septiembre de 1492. Se cita, entre otras, a Cartagena, Granada, Sevilla, Badajoz, Ciudad Rodrigo o Zamora. Para Galicia se dice textualmente: “... otra desde donde sale el obispado de Çamora e entra el Reyno de Gallisia por todo lo que va la raya de Portogal fasta la cibdad de Tuy.-Otra...”.
Conocemos de lejos cómo se ha sacralizado en lo cristiano tradiciones hebreas. Y también sabemos cómo el absolutismo político y religioso genera los nacionalismos regionales. Hay una bibliografía enorme en torno a los cristianos, moros y musulmanes en España. Y también en Galicia. De muchos de estos temas conversamos hace más de diez años con nuestro amigo Alfredo Erias Martínez, entre otros. Detrás de una fachada están los ritos hebreos-fenicios, los ritos visigodos y el priscilianismo. Y rasgos arquitectónicos que hacen sospechar un origen hebreo bajo un perfil románico. Y la estrella de David (un claro ejemplo es el sepulcro de Andrade en Betanzos, en la empuñadura de su espada) en ventanas o en los crismones de la puertas laterales de las iglesias. O los rosetones divididos en doce sectores, simbolizando las doce tribus de Israel.
Se quiere ocultar. Podemos hablar de tartessos, judíos, hebreos o marranos. De topónimos, de semitas o idumeos, de arameos o sefardíes. Pero lo fundamental es saber por qué se oculta una historia, por qué desde el poder se tergiversan hechos, qué significa apoderarse de una simbología. Por esta razón intentamos escribir estas líneas. Para conocer un poco la ambigüedad y la estructura de las historias oficiales. El problema es milenario. Apareció cuando un hombre dijo “esto es mío”. Cuando se formó el Estado y alguien desde el cetro sentenció “este es el orden”.