Opinión

La ‘iraquización’ de Libia

La resolución número 1.973 del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que autorizaba una zona de exclusión aérea en Libia, respaldada por EEUU, Francia, Gran Bretaña y otros países europeos y árabes, con la abstención de potencias como China, Rusia, Alemania o Brasil, así como los posteriores bombardeos occidentales contra posiciones militares de Muammar al Gadafi, abre diversas perspectivas
La ‘iraquización’ de Libia
La resolución número 1.973 del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que autorizaba una zona de exclusión aérea en Libia, respaldada por EEUU, Francia, Gran Bretaña y otros países europeos y árabes, con la abstención de potencias como China, Rusia, Alemania o Brasil, así como los posteriores bombardeos occidentales contra posiciones militares de Muammar al Gadafi, abre diversas perspectivas sobre el confuso escenario que se presenta actualmente en Libia. Nunca antes la ONU se había apresurado a dar curso a una zona de exclusión aérea que, en el caso libio, tiene similitudes con la existente en Irak entre 1991 y 2003. Bajo la acusación de que Gadafi atacaba a las poblaciones civiles, EEUU y sus aliados cuidaron minuciosamente en obtener la legitimidad de la ONU para iniciar una ofensiva relámpago en Libia, justo en el momento en que Gadafi contraatacaba las posiciones rebeldes en Bengasi y otras provincias orientales de la Cirenaica, ricas en petróleo y gas natural del país mayor productor energético de África.
Tras diluirse en una inesperada guerra civil desde finales de febrero entre tropas leales y rebeldes a Gadafi, Libia ha entrado en una fase de altos riesgos que, a grandes rasgos, traduce una reproducción de la división geopolítica del Irak de Saddam Hussein bajo la zona de exclusión aérea: kurdos al norte, sunnitas al centro y chiítas al sur de Irak. El caso libio no refleja una división étnica y religiosa como la iraquí, pero sí un complejo entramado de clanes familiares y tribales que confeccionarán una separación de facto entre la Tripolitania, probablemente controlada por la tribu de Gadafi, los Gaddafa; y la Cirenaica, bajo la hegemonía del mayor clan de ese país, los Warfalla, tradicionalmente opuestos al poder de Gadafi. Este escenario parece ciertamente probable, tomando en cuenta los intereses occidentales.
Con su extraño y apresurado apoyo a la legitimidad de los rebeldes contra Gadafi, aparentemente concentrados en el Consejo Libio de Transición Nacional (CLTN), Europa y EEUU no dudan en su interés por fragmentar la Cirenaica fuera del control de Gadafi, a fin de controlar la región que provee aproximadamente del 80 por ciento del petróleo y gas natural libio. En este sentido, la Cirenaica se puede convertir en territorio de suministro energético para Occidente como, en el caso iraquí, lo está siendo en los últimos años el Kurdistán.