Opinión

El ferrolano José Alonso López y Noval y el siglo XIX

“Otro ferrolano egregio, querido amigo Isaac –me escribe la admirada y conversadora doña Francisca Díaz Rojo de Lamas desde su reposada residencia de ‘Abresa’, de Robaleira, en las coruñesas tierras de Valdoviño, hermosamente trenzada a los paisajes de Ferrol, costa norteña de Galicia–, fue José Alonso López y Noval, nacido el 2 de noviembre de 1763 en el ambiente ilustrado de la capital departamental, cuando la fama
El ferrolano José Alonso López y Noval y el siglo XIX
“Otro ferrolano egregio, querido amigo Isaac –me escribe la admirada y conversadora doña Francisca Díaz Rojo de Lamas desde su reposada residencia de ‘Abresa’, de Robaleira, en las coruñesas tierras de Valdoviño, hermosamente trenzada a los paisajes de Ferrol, costa norteña de Galicia–, fue José Alonso López y Noval, nacido el 2 de noviembre de 1763 en el ambiente ilustrado de la capital departamental, cuando la fama conseguida por la construcción naval atrae a esta población a grandes técnicos y artistas”. En 1786 ingresa como piloto de la Real Armada; luego de cinco años fue destinado al Observatorio Astronómico de la Academia de Guardias Marinas de su amada ciudad natal. Y a lo largo de doce años en ella desarrolla su labor docente como profesor de Matemáticas.
A comienzos de la nueva centuria, siglo XIX, López y Noval es comisionado por el Arzobispo de Santiago de Compostela a fin de levantar el plano geográfico y estadístico de la Archidiócesis. En 1802 la Universidad Compostelana saca a concurso de oposición la cátedra de Matemáticas: Alonso López y Noval será designado miembro del tribunal. Al año siguiente se le nombra comisario de Caminos de Galicia y en fechas posteriores participa en la medición de un arco de meridiano. Nos hallamos en 1808. Él forma parte de la Junta de Defensa de Ferrol contra las tropas napoleónicas, siendo comandante de Ingenieros de sus fortificaciones. Durante la ocupación francesa en la ciudad se niega a jurar fidelidad al rey José. Una noche huye llevando el plano de la plaza militar y el del castillo de San Felipe, además de dejar abiertas las puertas del recinto amurallado, por si algunas de las fuerzas españoles intentaba recobrar la Villa. Su trayectoria política da principio en 1810, época en que es elegido por el partido de Betanzos, representando a las Villas de Ferrol y la Graña, en calidad de diputado en las Cortes de Cádiz. Él será el único miembro de quienes representan a la Junta Superior de ‘Galiaecia’, de tendencia liberal. Con el retorno del rey Fernando VII padece tan implacable persecución que lo fuerza a exiliarse en Inglaterra. Después del ‘pronunciamiento’ de Riego, en 1820, regresa y nuevamente es elegido parlamentario hasta 1823, momento en que el golpe absolutista lo expulsa otra vez del país.
En las Cortes despliega una infatigable tarea legislativa. Digamos que entre alguna de sus iniciativas –recolectadas habitualmente por su biógrafo Emiliano Bolás– es digna de recordación el establecimiento en Xubia de una fábrica de acuñar moneda de cobre. Asimismo, la protección de la agricultura, industria y comercio. Y ya las clases menesterosas, al igual que el apoyo para la abolición de los señoríos civiles y eclesiásticos. Y el reintegro a Madrid de las Cortes Constitucionales, la extinción del Tribunal de la Inquisición, al mismo tiempo que la supresión de las torturas. También, la igualdad y representación parlamentaria de tierras de Ultramar.
Son 6 tomos en tres volúmenes –aparte de un cuaderno de grabados–, con un total de 1.680 páginas, los que comprenden su estudio enciclopédico que lleva un extenso título de ‘Consideraciones generales sobre varios puntos históricos, políticos y económicos...’. La obra fue publicada en Madrid, en 1820.