Opinión

Emma Goldman y María Sabina, ‘la mujer chamán’

“En La canción de Salomón Toni Morrison describe a Pilate como mujer mayor: ‘Olvidó las suposiciones que le habían sido inculcadas y empezó desde cero. Se cortó el pelo, sobre eso no quería pensar más. A continuación se ocupó de decidir cómo quería vivir y lo que resulta valioso: ‘¿Qué necesito saber para mantenerme viva? ¿Qué es verdad en el mundo?”.
Emma Goldman y María Sabina, ‘la mujer chamán’
“En La canción de Salomón Toni Morrison describe a Pilate como mujer mayor: ‘Olvidó las suposiciones que le habían sido inculcadas y empezó desde cero. Se cortó el pelo, sobre eso no quería pensar más. A continuación se ocupó de decidir cómo quería vivir y lo que resulta valioso: ‘¿Qué necesito saber para mantenerme viva? ¿Qué es verdad en el mundo?”. Así escribe Elena Lasheras Pérez en La Agenda de las Mujeres. Viejas y libres. 2012, editada por ‘horas y Horas’, San Cristóbal, 17, Madrid, 2011. “Entre los veinte y los treinta años solía fantasear con placer sobre ser muy vieja –confesaba Gloria Steinem–. Sólo una mujer mayor independiente y áspera sería libre por fin de la vulnerabilidad que ataca a las mujeres. Afortunadamente a los cuarenta el feminismo me ayudó a entender que podría luchar contra ese ‘rol’ en vez de desear que pasara mi vida”.
La combativa Emma Goldman, nacida en 1869 en Lituania y cuya muerte tuvo lugar en Canadá en 1940, fue certeramente retratada por Lola Iturbe en La mujer en la lucha social, Editorial ‘Tierra del Fuego’: “Emma Goldman era una fuerza de la naturaleza, dotada de una moral que ninguna persecución, pena o fatiga, lograban alterar su entusiasmo y su fe”. Cuando durante el verano de 1938, en la guerra civil española, Goldman visitó el frente republicano, Iturbe la acompañaba en sus desplazamientos. “Era entonces una mujer en los umbrales de la vejez –prosigue–. Conociendo la obra inmensa que había realizado por el anarquismo en diversas partes del mundo, la observé con admiración y cariño. Tenía un rostro que era todo energía y, al mismo tiempo, lleno de amargura. Su sonrisa era triste. Su mirada penetrante, escrutadora, buscando la verdad de su interlocutor. Entre el español y el francés pudimos entendernos algo”.
“Si no puedo bailar, no me interesa tu revolución”, escribió Emma Goldman. Y también: “Prefiero tener rosas en mi mesa que diamantes en mi cuello”. Si reflexionamos en torno a la valentía, ¿cómo no recordar a Leonor de Aquitania, quien en el año 1200, rozando ya los 80, adquirió energías a fin de cruzar los Pirineos y llegar hasta Castilla con el propósito de escoger entre sus nietas y casarla con su nieto francés? Y eligió a Blanca –una de las míticas reinas de Francia–, que habría de ser la madre de San Luis, rey de Francia.
Evocaremos ahora a María Sabina, denominada ‘La mujer chamán’. Nacida en los altos de Chiapas –en la cumbre de una montaña del paraje mexicano de Chamula–, fue sabia en la “medicina tradicional” y poeta. Desde los seis años la educó su madre, practicando las artes y oficios de hilandera, tejedora y alfarera. Viviendo la cruda pobreza de los indios, se inició en el laberinto de sus visiones con el tesoro de su claridad espiritual. Mediante la contemplación de los hongos aprendió a ver y a hablar con la muerte y asimismo a curar las enfermedades de sus gentes. Cuando contaba 86 años era la encarnación de ‘la mujer chamán’. Procedentes de medio mundo, iban los jóvenes en peregrinación a la población de Huaulla de Jiménez con la intención de conocer a la que llamaban “la mujer con la sabiduría de las plantas” y también de viajar con ella. María Sabina acaso murió a los 97 años. “No sé en qué año nací, pero mi madre me dijo que fue la mañana del día en que se celebra a la Virgen de Magdalena”, leemos en María Sabina. Soy la mujer remolino, Editorial ‘Zare Books’. Y agregaba: “Ninguno de mis antepasados pudo saber su edad”.