Opinión

Una década del 11/S

¿Es el mundo más seguro diez años después del mayor atentado terrorista de la historia? ¿Ha ganado Estados Unidos de América (EE UU) la guerra internacional contra el terrorismo lanzada por el ex presidente George W. Bush en 2001? ¿Está debilitada Al Qaeda tras la muerte de su líder fundador Osama bin Laden? El balance diez años después del 11/S no deja de ser contradictorio.
¿Es el mundo más seguro diez años después del mayor atentado terrorista de la historia? ¿Ha ganado Estados Unidos de América (EE UU) la guerra internacional contra el terrorismo lanzada por el ex presidente George W. Bush en 2001? ¿Está debilitada Al Qaeda tras la muerte de su líder fundador Osama bin Laden? El balance diez años después del 11/S no deja de ser contradictorio.
Hoy el 11/S parece un suceso lejano, sin el impacto mediático que tuvieron entonces los atentados en las Torres Gemelas de Nueva York. Nadie habla hoy de un suceso que fue catalogado como un punto de ruptura en el sistema internacional y en el catalizador de la transformación hacia un nuevo tipo de guerras y conflictos, marcadamente asimétrico. En el mundo post-11/S del 2011, la crisis económica global, la proliferación de resistencias e, incluso, la incertidumbre sobre los cambios en el mundo árabe, copan abrumadoramente la atención.
Para EEUU, el 11/S constituyó no sólo el mayor golpe recibido a su seguridad nacional sino en el móvil justificador de una agenda imperial que llevó a las polémicas guerras en Afganistán e Irak, así como a la concreción de una política unilateral de seguridad plagada de impunidad legal y judicial. Guantánamo, las cárceles de Abu Ghraib y Bagram o los vuelos ilegales de la CIA, dan cuenta de una impunidad que contó con el aval tácito de gobiernos aliados de Washington en Europa y otras partes del mundo.
Paradójicamente, el 11/S debía revitalizar la fortaleza de los dos principales actores implicados, siendo estos EEUU y la red terrorista Al Qaeda. Diez años después, la excesiva impunidad de Washington le ha llevado a una crisis de credibilidad en el sistema internacional que ha dado paso a una pérdida de influencia de EEUU en la política global. Ni siquiera un nuevo gobierno en la Casa Blanca, como el de Barack Obama, abiertamente en contra de esta política unilateral de Bush, ha logrado revertir esta situación.
De la misma forma, Al Qaeda asestó su mayor golpe el 11/S para dar paso a una pérdida de fortaleza, operatividad y proliferación, simbolizada con la caída de su máximo líder y fundador Osama bin Laden, en una operación de la CIA en Pakistán en mayo pasado. Incluso, el propio Osama ya constituía una figura políticamente marginal en el seno de una organización que actualmente observa dificultades para mantenerse como la principal referencia del yihadismo salafista y del terrorismo internacional.
Si bien el post-11/S dio paso a otros atentados de Al Qaeda en puntos estratégicos como Casablanca, Estambul, Madrid, Londres o Bombay, su capacidad de influencia política e ideológica en el mundo musulmán es prácticamente nula. Un buen ejemplo son las rebeliones políticas del mundo árabe actual, absolutamente fuera de contexto y de influencia para Al Qaeda. Incluso, la rebelión árabe de 2011 es una fuerte contestación y de rechazo hacia la política estadounidense en el mundo árabe y musulmán. Un aspecto que confirma el fracaso de Washington y Al Qaeda en esta década.
Quizás el único cambio significativo post-11/S es la concepción de una nueva doctrina y estrategia militar, la guerra asimétrica, donde las operaciones militares secretas juegan un papel decisivo. Un factor que refuerza esa impunidad de Washington a la hora de colocar como prioridad para la seguridad internacional el combate al terrorismo. Por ello, el 11/S puede significar un cúmulo de fracasos y violaciones prácticamente descontextualizados en el cambiante sistema mundial de 2011.