Opinión

La consulta electoral en las comunidades de Galicia y Euskadi

Observo personalmente que el sombrío horizonte de la recesión global que se cierne cada día más sobre la vida cotidiana de los ciudadanos afecta muy poco el tono estandarizado de la propaganda electoralista de los partidos políticos tradicionales, mayoritarios y con representación en los parlamentos que vienen de ser disueltos.
La consulta electoral en las comunidades de Galicia y Euskadi
Observo personalmente que el sombrío horizonte de la recesión global que se cierne cada día más sobre la vida cotidiana de los ciudadanos afecta muy poco el tono estandarizado de la propaganda electoralista de los partidos políticos tradicionales, mayoritarios y con representación en los parlamentos que vienen de ser disueltos. Cada uno de ellos vende sus promesas, sus ataques al adversario, sus sonrisas y saludos farisaicos al populacho, sus golpes bajos al contrincante, que lesionan o difaman pero que no matan y permiten un abrazo y un pacto entre contendientes al final de la comedia. Es un disco rodado que permite repetir la farsa en cada consulta electoral. No se trata de que todos los protagonistas de cada partido o credo político en liza, sean igualmente demagogos e hipócritas, pero, hoy por hoy,  los sinceros y puros suelen ser muy minoritarios en el ‘tandem’, y, generalmente, anulados en su misión ideológica, se omiten los problemas de fondo obviando el futuro. La meta es el poder y los privilegios que comporta.
A la postre de un mitin electoral del PSOE sobre las elecciones autonómicas gallegas y vascas celebrado el pasado 14 de febrero ante unas 500 personas en una sala de la Universidad de Ginebra y del que fue principal orador Pepe Blanco, un viejo conocido sindicalista de la emigración, decepcionado, me comentó lo siguiente: Quisiera votar a una opción política, que no existe, en cuyo programa se garantizara el voto en listas abiertas y de igual valor representativo en cualquier lugar geográfico del país,  tanto en las consultas  nacionales como en las autonómicas, que garantizara la nacionalización de la banca en condición de servicio público accesible a la ciudadanía, la creación de una economía propia menos sumisa a las premisas de las multinacionales extranjeras, la interdicción de obscenidades remunerativas como los dieciséis millones de euros anuales que encaja el director del banco BBVA, la modificación radical de muchas leyes que son el cauce legal a través del cual se consuma la degeneración social y ambiental de la sociedad actual, la transparencia y claridad al explicar a la población realidades vigentes, por crudas que ellas sean, y los objetivos perseguidos desde el poder que se define y presenta como opción.
Uno no puede menos que ubicarse cercano a las inquietudes que aquejan al compatriota que cito en el párrafo precedente, e incluso añadir muchas otras que los diferentes políticos que escuchamos en campaña al exterior, conocen pero no abordan, y se sitúan en perfecta sintonía concomitante. Saben que el capitalismo y su pregonada “sociedad de mercado” tiene plomo en las alas, y cada día que pasa se transforma más en un sistema criminal que somete a la hambruna permanentemente a mil millones de seres humanos, al mismo tiempo que legaliza la orgía de euros en los robos bancarios y en los consejos de administración de las empresas multinacionales, mientras millones de trabajadores agotan su mísero subsidio de desempleo y se sumergen en la miseria. El presidente francés, Nicolás Sarkozy, dice que hay que reformar el capitalismo, pero el capitalismo se asevera no reformable; lo mejor será abolirlo y aplicar otras formas y leyes sociales que permitan a la humanidad entera vivir unos cuantos siglos más con un reparto equitativo de las riquezas que existen y se crean, en paz y armonía con la naturaleza, que son fuente y garantía de la sobrevivencia humana. En todo el mundo, y particularmente en España, la derecha clásica y la social democracia aguardan que el vendaval amaine en un plazo de dos años para luego reanudar el ciclo y repetir la catástrofe, llegado el momento. Individualmente espero una evolución social diferente conforme a mis convicciones cívicas, aunque yo ya no seré de este mundo para disfrutar de su implantación, y, a propósito de ello, quiero recordar aquí el reciente e interesante diálogo que mantuvieron Cayo Lara, coordinador de Izquierda Unida, y la presentadora Pepa Bueno, en el programa de la televisión nacional ‘Los Desayunos’, donde se habló entre otras cosas de la recesión económica actual y el resurgimiento de Carl Marx, y sus teorías económico-filosóficas, cuyo interés por las mismas y revalorización como remedio aplicable a los males que aquejan a la putrefacta sociedad de nuestros días, queda evidenciada por la inusitada venta en Alemania, durante los últimos meses, de trescientos mil ejemplares de ‘El Capital’ de Marx. Cayo Lara se regocijaba del rescate, yo también, aunque no sea aplicable al completo.
Los argumentos y comentarios que preceden serán publicados, quizá a ‘toro pasado’ de las elecciones autonómicas, no obstante, espero que guarden actualidad.