Opinión

‘Ars Amandi’

¿Qué se ama cuando se ama?Gonzalo RojasEn un diligente envío de libros y de material didáctico, desde la Secretaría Xeral de Política Lingüística, surge un libro de gran formato, Ars Amandi, que recoge la poesía amatoria de Eduardo Blanco-Amor, tarea respaldada por el Pen Club de Galicia, bajo la dirección de nuestro caro amigo, el fino y hondo poeta, Luis González Tosar, con acertado y cabal
¿Qué se ama cuando se ama?
Gonzalo Rojas

En un diligente envío de libros y de material didáctico, desde la Secretaría Xeral de Política Lingüística, surge un libro de gran formato, Ars Amandi, que recoge la poesía amatoria de Eduardo Blanco-Amor, tarea respaldada por el Pen Club de Galicia, bajo la dirección de nuestro caro amigo, el fino y hondo poeta, Luis González Tosar, con acertado y cabal estudio, selección y notas de Luis Pérez Rodríguez.
Hemos disfrutado esta bella obra que trae poemas, reproducción de originales de la ya conocida máquina de escribir de nuestro querido EBA, y fotografías testimoniales e íntimas de sus relaciones y amistades… Abrimos la ventana de Ars Amandi y a la izquierda luce una fotografía en sepia que muestra a Blanco-Amor de espaldas, desnudo, con un breve trozo de cortina que se desliza, desde el borde de la nalga derecha, hasta los pies; en la página opuesta, el título del pórtico de Tosar: Carta-Proloquio, fechada en 14 de abril 2007, donde comunica a EBA la publicación del poemario, explicando el propósito y sustentándolo con referencias y noticias de acciones libertarias en ese ámbito de suyo espinoso para la España “tradicional” –¡ay!, aún viva– de la gazmoñería,  el cinismo y el odio ultramontano y homofóbico...
Parte esencial de la historia amorosa de Eduardo Blanco-Amor, hecha poesía, desfila ante nuestros ojos y nos emociona, en la universalidad, siempre renovada, de uno de los móviles esenciales de la condición humana: la voluntad de amar, con todos sus misterios y paradojas, con su afán siempre desmedido entre la desesperanza y la exaltación desaforada, más aún cuando el amor se encuentra aherrojado de prohibiciones moralistas y atenaceado de burdos escarnios por una sociedad patriarcal y clericalista que marca a sangre y fuego los presupuestos bárbaros de nuestra circunstancia, imponiendo una ética dudosa y falaz.
Es difícil escribir “buenos” poemas de amor… Ya lo dijo Rilke en su ‘Carta al joven poeta’, ya lo probó Neruda, tan popular como débil en sus verbalizaciones erótico-amatorias; ya lo ratificaron Miguel Hernández, Federico García Lorca y Luis Cernuda, a través de inmortales aciertos… Personalmente, creo que el género poético no es el mejor en la vasta obra de un escritor de excepción, como lo es el hijo dilecto de Auria, destacadísimo narrador y cronista. Pero la publicación de esta obra hace justicia a antigua omisión y nos entrega una de sus más interesantes facetas existenciales, simbolizada en el ansia compulsiva de expresarse, de entregarse al mundo con el apremio de sus sentimientos hechos verso.
EBA recurre a un modernismo estético ya superado en su tiempo, incluso por autores brillantes que se acogieron a sus imágenes y metáforas para desembocar luego en el surrealismo. No obstante, su estro se materializa en acertado y rico lenguaje –a ratos con resabios barrocos– donde relucen tropos de abundoso y elegante castellano. Sin duda, su conocimiento y dominio de la lengua gallega le ayudarían a suavizar el “duro hueso hablado de Castilla” para moldearlo en amorosa arcilla verbal, aun cuando busque y se apoye en los adocenados grilletes de la rima tradicional castellana:

“Ya sé que ampr no es voluntad,
solo él ordena su llama o su nieve;
¡Oh quién supiera esta verdad
en el comienzo sutil y leve!
Ahora la barca de tu crueldad
préstame al menos por que me lleve
a la otra orilla de mi soledad.

Mi corazón llegó en el viento
¿quién atrapó su ritmo alado?
¿quién lo retuvo sofocado?
¿quién trocó su canción en lamento?”

Están presentes en estos poemas de Ars Amandi los recurridos tópicos de la ausencia, el desengaño, la ilusión, la desesperanza, la fugacidad del amor-tiempo-espacio, como en toda poesía amorosa. A ellos se agrega, ¡cómo si no!, el peso del ocultamiento, el temor a la burla social, la herida ante la mofa ruin que su condición de homosexual, en época de feroz represión y triste intolerancia, le acarreó, perjudicando una mayor difusión de su quehacer literario.
Así lo afirma Blanco-Amor: “Hoy día habito un sueño hecho de elegancia moral y de clarividencia. La misma vulgaridad no se alcanza porque sentado en el fondo de mi palacio lúcido, cubro el escandaloso murmullo que sube de los demás, con aires variados que mi alma me proporciona a voluntad”. Esto nos habla de su desprecio ante la nefanda hostilidad de ese “ojo de nadie” que oculta uno de los más repulsivos rostros de la cobardía moral, que denigra y descalifica lo que no comprende, mientras incita o tolera aberraciones atroces no estigmatizadas por la sociedad.
Ars Amandi no nos dejará indiferentes. Su atenta y morosa lectura enriquecerá nuestra visión humana y estética de Eduardo Blanco-Amor, uno de los grandes de la cultura gallega, esa que se construye, indivisiblemente, entre la Galicia atlántica y la de la diáspora, donde aún queda mucho por rescatar de la memoria histórica de la emigración.
Gracias, Luis González Tosar; gracias, Luis Pérez Rodríguez.