Opinión

La Bienal de Pontevedra: Un clamor de paz

La Bienal de Pontevedra: Un clamor de paz

El arte, como agente de la paz, se erige en un alegato enmarcado en una intención profunda y en un relato poderoso: “Volver a ser humanos”. Esta reflexión es más que una simple consigna para una Bienal que ha arribado a Pontevedra tras quince años de travesía, o, mejor dicho, de silencio. La muestra grita simbólicamente frente a los grandes conflictos, desde los campos de concentración, las guerras vigentes y las pasadas, las cárceles de presos políticos hasta Salcedo, una aldea gallega con su propio pulso de tensión con la BRILAT, la unidad militar que, paradójicamente, es la mejor arma de paz española en escenarios como Mali. Esta exhibición, con un elevado número de sedes, recorre todos los conflictos, vivos o extintos, y las grandes injusticias de todos los continentes. Es el horror, el dolor y la clandestinidad –aquellas obras realizadas en una celda utilizando, por crudo que suene, sangre menstrual– utilizados como estímulo, como un extremo afán de supervivencia y de denuncia.

Antón Castro, muxián ante todo, escritor y crítico de arte español, comisario de la muestra, nos mostró el preámbulo de todas, en una hora de magisterio brutal y excelso un viernes apenas otoñal. Nos explicó el propósito de la Bienal tras almorzar con Antón Sobral, el coordinador, en el restaurante de Pepe Vieira. ¡Pensé que un diálogo como nuestra tertulia habría evitado tantos conflictos! Nuestro lema sería “la otredad”, que en la filosofía africana ‘Ubuntu’ significa “Yo soy porque nosotros somos”, y que tantas veces comenté con Nélida Piñón escritora brasileña, oriunda de Cotobade. Este principio de interconexión humana lo habría evitado todo. La paz es posible si las palomas vuelan en libertad, liberadas de la carga de las balas de la Guerra Civil Española, convertidas en metáfora de ausencias y silencios, sin periodistas censores del día ni de las noches amargas.

La 32ª edición de la Bienal se basamenta sobre los motivos que sentaron hace 75 años los fundadores Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, escritor y artista y el urbanista Manuel de la Sota. A ellos se unió la profunda visión artística de Valentín Paz-Andrade, que, con su compromiso con la cultura, consideraba que “a loita pola cultura é a loita pola liberdade”.

La Bienal de Pontevedra 2025 es precisamente eso: una trinchera de pensamiento contra la indolencia y el olvido. Como bien decía José Filgueira Valverde, el sabio pontevedrés, “el arte no es un adorno de la vida, sino la vida misma en su expresión más pura”. Esta muestra es una prueba fehaciente de ello, albergando en sus entrañas la historia, el dolor y la esperanza de ser humanos. La asistencia de 75.000 espectadores es una cifra que subraya el interés y la necesidad de este tipo de eventos en la sociedad. Por ello, se sugiere que la Bienal, al igual que la última edición de Venecia, prolongue su duración y fomente un acceso más popular a escala comunicativa, es un aspecto en el que se puede y debe avanzar, convirtiendo el evento en una fiesta del pensamiento para todos, de todos.

Alberto Barciela

Periodista