PRESIDIÓ EN LA CASA DE GALICIA EN MADRID LA MESA REDONDA ‘LA DIÁSPORA DE GALLEGOS Y JUDÍOS’

Camba: “La galleguidad es una importante aportación de la emigración a Galicia”

El secretario xeral de Emigración, Santiago Camba, sostuvo el pasado martes en Madrid que el sentimiento de galleguidad es una de las aportaciones más importantes realizadas por la emigración a la construcción de Galicia y recordó que “nuestros símbolos patrios nacieron en un esfuerzo conjunto de los gallegos del interior y de la diáspora”. Camba hizo estas consideraciones durante la mesa redonda ‘La diáspora de gallegos y judíos’, que presidió en la Delegación de la Xunta de Galicia en Madrid.
Camba: “La galleguidad es una importante aportación de la emigración a Galicia”
 Santiago Camba y José Ramón Ónega, durante el acto.
Santiago Camba y José Ramón Ónega, durante el acto.
El secretario xeral de Emigración, Santiago Camba, sostuvo el pasado martes en Madrid que el sentimiento de galleguidad es una de las aportaciones más importantes realizadas por la emigración a la construcción de Galicia y recordó que “nuestros símbolos patrios nacieron en un esfuerzo conjunto de los gallegos del interior y de la diáspora”. Camba hizo estas consideraciones durante la mesa redonda ‘La diáspora de gallegos y judíos’, que presidió en la Delegación de la Xunta de Galicia en Madrid.
En ella también intervinieron el delegado de la Xunta en Madrid y director de la Casa de Galicia, José Ramón Ónega López, autor del libro ‘Los judíos en el Reino de Galicia’; el presidente de la Comunidad Judía de Madrid, Samuel Bengio; el presidente de la Asociación de Médicos Gallegos en Madrid (Asomega), Francisco R. García Fernández; y el arquitecto Julio Touza, descendiente de las hermanas Touza, cuyo comportamiento humanitario ha sido reconocido por la comunidad judía.
“La especial relación que se establece entre los gallegos del interior y de la diáspora, esa historia conjunta que es la historia de nuestro pueblo conforma la galleguidad. Un espacio de identificación que no está relacionado con un territorio propio sino con una experiencia vital que como pueblo nos identifica más allá de unas fronteras físicas. Este sentimiento es una de las más importantes aportaciones que la emigración gallega organizada ha hecho a la construcción de Galicia en la época contemporánea”, sostuvo Camba en un momento de su intervención.
Recordó asimismo que “nuestros símbolos patrios nacieron en un esfuerzo conjunto de los gallegos del interior y de la diáspora”. “Políticamente Galicia tampoco se podría entender sin la aportación de su diáspora. Nuestra conciencia como pueblo, la dignificación de nuestra lengua, el orgullo nacional de Galicia se sustenta tanto en los gallegos del interior como en aquellos de nuestros paisanos que ejercieron, lucharon y sufrieron por y para Galicia en tierras extranjeras en donde, algunas veces, se denostaba al conjunto de los españoles precisamente con el epíteto de ‘gallego”, valoró.
A juicio de Santiago Camba, la diáspora gallega es muy distinta a la judía pero comparten “el sentimiento de pertenencia a una comunidad original, el esfuerzo por mantener nuestras señas de identidad”, a lo que en el caso judío se añade que la religión ha actuado como la gran amalgama.
En cuanto al futuro de la diáspora gallega y su vinculación con Galicia, consideró que “el actual momento de crisis económica puede ser, paradójicamente, el que añada valor a nuestra diáspora. En estos momentos, las organizaciones empresariales de gallegos en el exterior disfrutan de un espacio de comunicación, cooperación e intercambio con la Administración pública de Galicia y con las organizaciones empresariales de la Galicia territorial, como nunca han tenido en su historia”.
El secretario xeral de Emigración sostuvo que Galicia cuenta con su diáspora “para vender sus productos e introducir sus empresas en los mercados internacionales, para formar a sus ciudadanos en un mundo globalizado, para mostrar sus capacidades tecnológicas, industriales y agrícolas” y, además, que Galicia “quiere integrar en sus grandes objetivos como país a su población residente en el exterior. Ese y no otro es el significado último de lo que para nosotros significa Galicia Universal”.

Unión de entidades
Abogó asimismo por la unión de algunas de las entidades gallegas en el exterior, para que sean más fuertes en el cumplimiento de sus objetivos y en su relación con la Administración, pues encuentra que se hallan muy atomizadas.
“Las 149 comunidades gallegas, de más de 25 países que conforman junto a representantes de los poderes públicos y de la sociedad civil de Galicia el Consello de Comunidades Galegas, principal órgano de representación de la galleguidad, junto a otras 300 entidades gallegas en el exterior, son conscientes de este hecho. De forma conjunta y, en colaboración con la Administración Pública de Galicia, estamos definiendo y promoviendo procesos de unión o integración de las entidades gallegas”, explicó.

La presencia judía en Galicia
José Ramón Ónega comenzó, en su calidad de anfitrión, dando la bienvenida a los intervinientes y a los asistentes al acto, entre los que se hallaban el presidente del centro ‘Peres para la Paz’, Isaac Siboni; el agregado de la Embajada de Israel, Oren Bar-el, ministro consejero encargado de Asuntos Políticos; el director de ‘El Correo Gallego’, José Luis Barrera; el empresario Enrique Santín; y los representantes de las asociaciones gallegas en Madrid, como Carlos de Blas, el presidente de Aegama, Julio Lage; y el de Asomega, José Manuel Pérez Vázquez.
En sus palabras, Ónega hizo un pequeño repaso por la historia de los judíos en el Reino de Galicia. “Resumo en un folio las más de 700 páginas de mi libro y por tanto es lo mínimo”. Entre las cuestiones más llamativas comentó las grandes huellas que persisten en Galicia como los apellidos –Pereira, Cerdeira–, los oficios –ferreiro, canteiro–, los nombres de animales –coello, galo– o los múltiples topónimos que siguen denominando muchas villas y lugares galaicos.
“El Camino de Santiago es la presencia judía por antonomasia”, dijo Ónega, quien también se refirió a algunos hitos de la convivencia conjunta entre cristianos y judíos en Galicia, como la carta de avenencia que se firmó en Allariz permitiendo el desarrollo de los ritos de ambas religiones sin molestarse y la participación de los judíos junto a los cristianos y hechos armados que tuvieron lugar en Ribadavia, algo que, dijo, era insólito.

Las hermanas Touza
El arquitecto Julio Touza, nieto y sobrino de las hermanas Touza, narró cómo supo de su historia, que salió a la luz en libro hace sólo seis años, por la promesa del autor Antón Patiño a Lola Touza, su abuela, de que sólo la haría pública poco antes de su muerte.
La obra narra cómo un anciano judío en Nueva York pide a un gallego que retornaba que viajara hasta Ribadavia para agradecer a Lola Touza que lo hubiera salvado.
Las tres hermanas, Lola, Amparo y Julia, regentaban la cantina de la estación del tren y junto con dos taxistas, el Rocha y el Calavera, formaron un secreto equipo que cobijó y trasladó a la frontera con Portugal en los años cuarenta a los judíos que huían a América o África en tiempos muy difíciles.
Touza se mostró muy orgulloso de la gesta realizada por estas valientes mujeres que nunca reconocieron nada públicamente y ahora puede evocar algunos de los muchos huecos que él conoce de la casa heredada, que sin duda habrían servido para ocultar a los perseguidos.

El médico Martínez Alonso

Francisco R. García Fernández, presidente de Asomega, enumeró una amplia bibliografía de títulos de esta temática, dedicando especial atención al médico vigués Eduardo Martínez Alonso, cuya vida recoge su hija Patricia Martínez Vicente en dos libros.
García Fernández consideró  que hay aspectos de estas obras que pueden ser cuestionables, sobre todo la idea de que fueran tantos judíos los salvados, “porque nada era tan fácil, empezando por las comunicaciones”. No obstante, concluyó diciendo que “el número es lo de menos, fueran 300.000 ó 300. Si hubieran sido sólo dos, para mí ya hubiera sido un héroe”.

El judaísmo y el destierro
El presidente de la Comunidad Judía de Madrid, Samuel Bengio, expuso que su pueblo lleva 57 siglos de historia y de ellos 35 en la diáspora, desde cuando los asirios los expulsaron de la Tierra Prometida y los llevaron a Babilonia.
Señaló asimismo que en el “pacto” de su pueblo “con el Todopoderoso” había normas de conducta cuyo incumplimiento tenía como castigo tener que dejar la Tierra Prometida, por lo que entiende que “la posibilidad de tener que vivir en el destierro es cofundacional al judaísmo”.