El periodista gallego es el autor del documental ‘A memoria viva’, sobre el emblemático edificio de la capital cubana

Pablo López: “Hay que querer mucho al Centro Gallego de La Habana para hacer todo el trabajo que realiza en él gente muy mayor”

La historia de la emigración gallega a Cuba sorprende cuando uno se aproxima a la que fue su casa de acogida: el Centro Gallego de La Habana; el edificio “más salvaje, exuberante y con la arquitectura más deslumbrante” que haya construido la colectividad en el exterior, según palabras del periodista Pablo López, autor del documental ‘A memoria viva’, que acaba de ver la luz. Realizado con fondos del Xacobeo 2021, recoge testimonios directos de personas que vivieron parte de aquella época de esplendor y que, a pesar de su avanzada edad, se encargan hoy en día de custodiar su legado.

Pablo López: “Hay que querer mucho al Centro Gallego de La Habana para hacer todo el trabajo que realiza en él gente muy mayor”
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Pablo López, autor del documental ‘A memoria viva’,

La historia de la emigración gallega a Cuba sorprende cuando uno se aproxima a la que fue su casa de acogida: el Centro Gallego de La Habana; el edificio “más salvaje, exuberante y con la arquitectura más deslumbrante” que haya construido la colectividad en el exterior, según palabras del periodista Pablo López, autor del documental ‘A memoria viva’, que acaba de ver la luz. Realizado con fondos del Xacobeo 2021, recoge testimonios directos de personas que vivieron parte de aquella época de esplendor y que, a pesar de su avanzada edad, se encargan hoy en día de custodiar su legado.

Pregunta. ¿Se tiene idea en Galicia de lo que fue la emigración gallega a La Habana en la primera mitad del siglo XX y de lo que significó el Centro Gallego?

Respuesta. No lo sé, pero yo mismo me sorprendí cuando fui allí. Me hacía una idea de lo que había sido la emigración gallega a Cuba, porque algo sabes, pero la importancia que tuvo el Centro Gallego y lo que es físicamente, con ese edificio, ese teatro, esos pasillos y techos y toda esa majestuosidad, la verdad es que te sorprende, y a mí se me encendió la chispita de hacer un documental. Cuando pasé por allí y vi a toda aquella gente tan mayor que es la tiene recuerdos de la primera mitad del siglo XX y la que puede hablar en primera persona de lo que fue aquello, me pareció que era una buena idea reflejarlo en un documental. Por eso quise hablar con algunos de los protagonistas y guardar esos testimonios para que, con el paso de los años, no se pierdan esas memorias. A lo mejor se podría desarrollar más el tema, porque tal vez haya quedado muy esquemático, pero tenía que condensarlo en 15 minutos y lo importante es que queden esos testimonios.

P. Estamos ante un documental con imágenes y personajes, pero en el que no aparece un narrador. ¿Por qué ha elegido este formato?

R. Porque se trataba precisamente de eso, de que los protagonistas fueran las personas que trabajan allí, que son mayores y constituyen la memoria viva de lo que aconteció aquellos años. Se trata de que el hilo narrativo recaiga en los propios protagonistas y no explicar nada con otras palabras, porque no es necesario. Ellos explican lo que hay y lo que significó el Centro y hablan de sus recuerdos. La idea era exactamente eso. Que sean ellos los que lleven el peso de la narración y lo expongan desde sus puntos de vista.

P. Si lo que hay es sobre todo gente mayor, ¿qué futuro le depara entonces a esta institución una vez que esta gente tenga que dejar de hacerse cargo de ella?

R. Eso me pregunto yo. Qué va a ser de todo esto dentro de cinco, diez o quince años; quién se va a hacer cargo de todo este trabajo. Creo que en el documental esa preocupación se esboza más o menos. Yo me quedé alucinado de que esa gente vaya todos los días allí a trabajar y esté cuidando y custodiando el archivo y preocupándose al mismo tiempo de la situación que está provocando la pandemia entre los asociados, muchos de los cuales, han fallecido. Porque, los que van allí tienen de 70 años para arriba. Alfredo, por ejemplo, tiene más de 90. Por eso, mi idea es poner sobre la mesa una situación que se va a producir en breve y es que estamos a las puertas de un relevo generacional, y no se sabe muy bien cómo se va a hacer esa transición.

P. ¿Ha visto a las nuevas generaciones muy desvinculadas del Centro Gallego y de lo que significó?

R. Es que ellos mismos lo dicen. Las segundas y terceras generaciones viven todo lo que significó el Centro Gallego de un modo más lejano. Otros no. Por eso, estos mayores están tratando de buscar a hijos de emigrantes de aquellos años que mantengan el vínculo con la entidad y quieran hacer el trabajo; un trabajo no remunerado y que ellos hacen por amor al arte. Pienso que hay que querer mucho al Centro Gallego para hacer ese trabajo.

P. Durante sus estancias en esa capital caribeña, ¿qué impresión se llevó respecto a la presencia gallega en la isla?

R. Yo ya lo conocía de forma tangencial porque soy hijo de una familia de emigrantes. Mi padre no nació en Cuba, pero se fue de bebé y vivió allí hasta los 6 o 7 años. Yo llegué a tener a tíos incontables en Cuba porque, ya sabes, antes emigraban familias enteras. Mi familia eran los dueños del Hotel Ambos Mundos y por ahí viene mi vinculación con la isla. Pero yo no había ido nunca a La Habana hasta 2014. Fui un poco de turista y a conocer el hotel y empecé a escarbar, y fue entonces que se me abrieron los ojos. Fui consciente de la importancia gallega en Cuba y empecé a ir a la isla a tirar del hilo y de la historia del hotel, que es en lo que estoy investigando actualmente. Entonces entré en contacto con el Centro Gallego y con la gente de allí y fui muy consciente de la importancia que tenía nuestra emigración a Cuba. Con anterioridad había visto documentales y sabía de la historia de Neira Vilas en la isla y de la vinculación de la emigración gallega con Fidel y de que Fraga había ido a La Habana, pero a partir de 2014 decido que voy a seguir tirando del hilo del hotel y, de paso, me meto de lleno en la emigración gallega en Cuba.

P. Además de la presencia gallega, ¿hay alguna otra colectividad que se haya instalado en la isla y que le haya llamado la atención?

R. China. En Cuba hay una colectividad china impresionante. Los chinos estaban allí muy integrados. Yo no sabía que había un barrio chino en La Habana estilo del de Nueva York. Pero sí lo hay. Los chinos se buscaron la vida allí y se dedicaron a profesiones muy parecidas a las de los gallegos: tintorerías, tabernas... También había una importante colectividad asturiana con la que los gallegos establecían rivalidad, pero era una rivalidad sana. Creo que lo del edificio fue una manera de pasárselo por la cara a sus primos asturianos. Era un edificio de lo más salvaje, exuberante y con la arquitectura más deslumbrante que había en el paseo central. Pero era, como digo, una rivalidad sana. Cuentan que cuando había partidos de fútbol entre equipos asturianos y gallegos, el que ganaba lo iba a celebrar a las puertas de su edificio.

P. Tras haber tenido conocimiento de lo que supuso el Centro Gallego de La Habana, ¿le hubiera gustado haber vivido algo aquella época de esplendor?

R. De alguna forma, viajar a Cuba es viajar al pasado, no cabe duda. Los coches, las calles…, es como si se hubiese detenido el tiempo. Ver esos autos de los años 50 ya te transporta un poco a aquella época. Visitar el hotel Ambos Mundos y que todavía exista el ascensor, que es antiquísimo, y subir a la terraza… La Habana es una ciudad que ha crecido, pero no ha cambiado mucho; está bastante deteriorada, salvo La Habana Vieja que se ha recuperado con fondos de la Unesco. Eso incrementa la sensación de que estás pasando por cualquier ciudad de la época pasada. Pero hay que pensar en que aquella época fue muy convulsa antes de la revolución, con la dictadura, las revueltas; el siglo XX fue muy convulso en Cuba. Por eso, aunque haya una pandemia, prefiero vivir donde vivo y cuando vivo. No me cambio. Pero es cierto que cuando vas a La Habana notas que estás retrocediendo en el tiempo; esa sensación la tiene todo el mundo.

P. El caso es que se fue para allá en plena pandemia. ¿Cómo resultó la experiencia?

R. El desarrollo del documental fue producto de la suerte. En un principio, no sabía si iba a poder hacerlo, porque el aeropuerto de La Habana estaba cerrado. Por si acaso, yo tenía un plan B con un equipo de cámaras preparado para gestionar las entrevistas desde allí, pero luego me di cuenta de que eso hubiera sido imposible. El plan A consistía en salir para allá una vez abriera al aeropuerto y que me diera tiempo suficiente para grabar y después editar el material antes del 30 de diciembre, que era la fecha límite que teníamos establecida. Tuve la suerte de que para cuando saqué el billete abrió el aeropuerto y me dio tiempo a hacer el trabajo. Días más tarde ya no hubiera sido posible porque se cerró otra vez.

P. ¿Y qué impresión le causó La Habana sin turistas?

R. Fue una sensación muy extraña caminar y pasear por La Habana sin música en directo y sin extranjeros; La Habana estaba triste. Aparte de la situación económica, la pandemia está afectando mucho a la población. Se ven muchas colas para comprar el pan y la leche. Vi una Habana un poco triste y espero que en la medida de lo posible recupere pronto la normalidad.

P. Fue al país caribeño por primera vez en 2014 y lo visitó con posterioridad en varias ocasiones. ¿Cómo ve la Cuba actual? ¿Se percibe un atisbo de apertura?

R. En 2014, con Obama en el poder, se estaba produciendo un crecimiento acelerado, porque había cierta apertura y eso suponía una entrada de divisas. En los últimos años, eso cambió por completo por las restricciones que impuso la administración de Trump y ahora por la pandemia, y la situación es muy desesperada, porque no entran divisas. La principal fuente de ingresos de Cuba es el turismo y con el aeropuerto cerrado hoy en día prácticamente no entra moneda. Lo cierto es que el país está en un proceso de cambio y allí están pasando muchas cosas. Por un lado, se está abriendo la mano a la iniciativa privada que antes era muy reducida (restaurantes, etc.) y ahora han aprobado una nueva lista de actividades mucho más amplia. El Gobierno está tratando de evolucionar de un sistema comunista a uno mixto que permita un poco más de actividad económica y desahogar más la situación.

P. ¿Cómo le gustaría que fuera entendido este trabajo sobre el Centro Gallego de La Habana?

R. Lo que pretendo es hacer una foto fija de la situación de ahora que dentro de unos años no podría hacerla, porque la gente que trabaja allí ya tiene una edad y está a las puertas de un relevo. Yo lo que quería era retratar y que dentro de unos años este documental nos permita entender mejor el pasado.

P. ¿Cómo está resultando la acogida del documental y cómo se va a hacer su distribución?

R. El documental ya ha sido estrenado en la web de la Secretaría Xeral de Emigración ‘GaliciaAberta’ y va por las 10.000 reproducciones. Además, se puede ver en el Facebook y YouTube de GCiencia. El documental está realizado con los fondos del Xacobeo 21 y es Política Lingüística la que tiene los derechos. Será este departamento de la Xunta el que se encargue de darle el máximo recorrido y creo que así será, porque, me consta, les ha gustado y están satisfechos con el resultado.