UN DISCURSO DE LA POLÍTICA ESPAÑOLA FAVORABLE AL DERECHO AL VOTO FEMENINO SIRVIÓ DE GUIÓN A LA CELEBRACIÓN
Clara Campoamor cobró protagonismo en el Día de la Mujer de ‘Herbas de Prata’
“Tenemos que tomar conciencia de que la violencia machista es un problema de todos y no un acontecimiento de carácter privado o individual”, señaló Patricia Alonso, secretaria de la Asociación Herbas de Prata, al inaugurar el encuentro por el Día Internacional de la Mujer.

“Tenemos que tomar conciencia de que la violencia machista es un problema de todos y no un acontecimiento de carácter privado o individual”, señaló Patricia Alonso, secretaria de la Asociación Herbas de Prata, al inaugurar el encuentro por el Día Internacional de la Mujer, que contó con la participación de María Victoria Villaverde, hija del primer alcalde republicano de Villagarcía (Galicia) y de Elvira González Fraga, compañera de Ernesto Sábato, socióloga y presidenta de la Fundación Ernesto Sábato que lleva adelante numerosos proyectos de acción social y cultural.
Tras la presentación, Gabriela Sande, presidenta de la asociación, dio paso a Susana Mellid, quien recitó un fragmento del discurso de Clara Campoamor en el inicio de las Cortes que aprobaban la Constitución de 1931, en la que por primera vez se recoge el derecho al voto de la mujer.
En ese momento, Campoamor señalaba que era importante considerar la liberación de la mujer como “un proceso”. “La mujer relegada a las pequeñas cosas, al cotilleo y a las cuestiones de la existencia –decía– no puede aportar nada más que toda esa mezquindad a la que ha sido reducida. Se le ha educado como esclava y esclaviza; se le ha enseñado a desconfiar de ella misma y desconfía de todas las demás; la desconocieron y desconoce ella a las demás. Tampoco al esclavo liberado le desaparecen de repente las señales de servidumbre”.
Campoamor recordaba también en ese discurso muy especialmente a “todas aquellas mujeres que desde su lugar pequeño o grande forjaron un camino haciéndonos sentir orgullosas”.
Mellid recordó, además, que en agosto de 1910 la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, reunida en Copenhague, reiteró la demanda de sufragio universal para todas las mujeres y, a propuesta de la socialista alemana Luise Zietz, se aprobó la resolución propuesta por Clara Zetkin proclamando el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Defensa de derechos
En este sentido, Mellid precisó que si bien la conmemoración del Día Internacional de la Mujer nació como un homenaje a las mujeres que llevaron adelante las primeras acciones de trabajadoras organizadas contra la explotación capitalista, lentamente esta fecha ha ido perdiendo su carácter reivindicativo de la lucha obrera para asumir la defensa de los derechos de la mujer en todos los ámbitos y en contra de aquellas leyes que las discriminan rechazando el principio de igualdad de oportunidades.
“Todavía hoy hay lugares en los que las mujeres no tienen acceso a la educación, al trabajo, a la cultura y la política”, apuntó Mellid.
La conmemoración giró en torno a dos actividades centrales. Por una parte, la entrega de los premios Rosalía de Castro y Virxinia Pereira 2012 y por otro lado, el relato de María Victoria Villaverde, “como testimonio vivo y lúcido de la República Española y de las mujeres en el exilio”, destacó Alonso.
La vida de Mariví, continuó la secretaria de la asociación a modo de presentación, “es una vida marcada por los exilios”. Ciertamente, en 1936 de Galicia a Marsella; en 1939 de Francia a Argentina. En 1944 vuelve a Galicia para casarse. En 1949 retorna otra vez a Argentina y en 1966 regresa, finalmente, a España con su marido dejando tras de sí una intensa actividad cultural.
María Victoria es hija del primer alcalde republicano de Villagarcía, Elpidio Villaverde. “Recuerdo la alegría con la que mi padre nos comunicó esa noche que éramos ciudadanos de una República”, evocó.
A punto de cumplir 90 años y con una lucidez profunda, fue deshilvanando recuerdos cargados de emoción. Recordó que siendo muy pequeña tuvo que exiliarse junto a su familia para salvar su vida.
“Eso significó un corte brutal para mí”, contó. “Cada quien reacciona a su manera –continuó–, para mí fueron 40 años de espera”. “Casi 40 años de vidas disgregadas, de familias desmembradas, de tantos amigos muertos, de tantos afectos interrumpidos, de tantas personas torturadas y encarceladas, de tantas aspiraciones truncadas, de tanta angustia, de tanta inequidad”.
Poco antes, su amiga Mimí Durand la había presentado como una mujer vinculada al arte y cercana al teatro, pero sobre todo como “una mujer coherente, luchadora, honesta y de una actividad incansable”.
Tras la presentación, Gabriela Sande, presidenta de la asociación, dio paso a Susana Mellid, quien recitó un fragmento del discurso de Clara Campoamor en el inicio de las Cortes que aprobaban la Constitución de 1931, en la que por primera vez se recoge el derecho al voto de la mujer.
En ese momento, Campoamor señalaba que era importante considerar la liberación de la mujer como “un proceso”. “La mujer relegada a las pequeñas cosas, al cotilleo y a las cuestiones de la existencia –decía– no puede aportar nada más que toda esa mezquindad a la que ha sido reducida. Se le ha educado como esclava y esclaviza; se le ha enseñado a desconfiar de ella misma y desconfía de todas las demás; la desconocieron y desconoce ella a las demás. Tampoco al esclavo liberado le desaparecen de repente las señales de servidumbre”.
Campoamor recordaba también en ese discurso muy especialmente a “todas aquellas mujeres que desde su lugar pequeño o grande forjaron un camino haciéndonos sentir orgullosas”.
Mellid recordó, además, que en agosto de 1910 la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, reunida en Copenhague, reiteró la demanda de sufragio universal para todas las mujeres y, a propuesta de la socialista alemana Luise Zietz, se aprobó la resolución propuesta por Clara Zetkin proclamando el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Defensa de derechos
En este sentido, Mellid precisó que si bien la conmemoración del Día Internacional de la Mujer nació como un homenaje a las mujeres que llevaron adelante las primeras acciones de trabajadoras organizadas contra la explotación capitalista, lentamente esta fecha ha ido perdiendo su carácter reivindicativo de la lucha obrera para asumir la defensa de los derechos de la mujer en todos los ámbitos y en contra de aquellas leyes que las discriminan rechazando el principio de igualdad de oportunidades.
“Todavía hoy hay lugares en los que las mujeres no tienen acceso a la educación, al trabajo, a la cultura y la política”, apuntó Mellid.
La conmemoración giró en torno a dos actividades centrales. Por una parte, la entrega de los premios Rosalía de Castro y Virxinia Pereira 2012 y por otro lado, el relato de María Victoria Villaverde, “como testimonio vivo y lúcido de la República Española y de las mujeres en el exilio”, destacó Alonso.
La vida de Mariví, continuó la secretaria de la asociación a modo de presentación, “es una vida marcada por los exilios”. Ciertamente, en 1936 de Galicia a Marsella; en 1939 de Francia a Argentina. En 1944 vuelve a Galicia para casarse. En 1949 retorna otra vez a Argentina y en 1966 regresa, finalmente, a España con su marido dejando tras de sí una intensa actividad cultural.
María Victoria es hija del primer alcalde republicano de Villagarcía, Elpidio Villaverde. “Recuerdo la alegría con la que mi padre nos comunicó esa noche que éramos ciudadanos de una República”, evocó.
A punto de cumplir 90 años y con una lucidez profunda, fue deshilvanando recuerdos cargados de emoción. Recordó que siendo muy pequeña tuvo que exiliarse junto a su familia para salvar su vida.
“Eso significó un corte brutal para mí”, contó. “Cada quien reacciona a su manera –continuó–, para mí fueron 40 años de espera”. “Casi 40 años de vidas disgregadas, de familias desmembradas, de tantos amigos muertos, de tantos afectos interrumpidos, de tantas personas torturadas y encarceladas, de tantas aspiraciones truncadas, de tanta angustia, de tanta inequidad”.
Poco antes, su amiga Mimí Durand la había presentado como una mujer vinculada al arte y cercana al teatro, pero sobre todo como “una mujer coherente, luchadora, honesta y de una actividad incansable”.