Es el presidente de la Federación de Centros de Castilla y León en el País Vasco

Andoni Paredes Andrés: “Un trozo de Castilla y León está en Euskadi y las administraciones lo tienen que cuidar”

El País Vasco fue uno de los principales refugios de los castellanos y leoneses que en el siglo pasado abandonaron sus pueblos hacia lugares industrializados. Alrededor de 150.000 figuran hoy censados en una comunidad autónoma que les abrió las puertas a un futuro más próspero, pero que también les legó dificultades. “Había que trabajar mucho para tener un sitio donde vivir”, comenta el presidente de la Federación que los agrupa, Andoni Paredes. Desde su atalaya, lanza un mensaje a los dirigentes castellanos y leoneses para que los visiten y los tengan en cuenta a la hora de diseñar sus políticas.
Andoni Paredes Andrés: “Un trozo de Castilla y León está en Euskadi y las administraciones lo tienen que cuidar”
17.Mañueco en Pais Vasco
Andonio Paredes, junto al presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, el pasado mes de noviembre en la semana cultural de la Federación.

Castilla y León linda por su parte nororiental con el País Vasco que, a mediados del siglo pasado, se convirtió en importante lugar de refugio de un considerable número de ciudadanos dispuestos a dejar atrás sus pueblos para subirse al tren de la modernidad, guiado entonces por el desarrollo industrial.

Tres cuartos de siglo después, alrededor de 150.000 castellanos y leoneses figuran censados en una de las tres provincias vascas, de las cuales, Vizcaya, con su capital, Bilbao –caracterizada en otro tiempo por una intensa actividad fabril–, es la que acoge mayor número de integrantes de este amplio grupo de personas que todavía hoy se mantiene vinculado a las asociaciones que lo representan en ese triángulo del norte peninsular que limita con Francia.

Baracaldo, localidad situada en el margen izquierdo de la ría del Nervión –en lo que se conoce como el Gran Bilbao–, alberga, desde 1986, la sede de la Federación de Centros de Castilla y León en el País Vasco, una entidad creada para agrupar en torno a sí a la veintena de centros representativos de las ocho provincias castellanas y leonesas que se erigieron y todavía perduran en las localidades vizcaínas de Durango, Sestao, Ermua, Leioa, Santurce, Portugalete, Erandio, Bilbao y el propio Baracaldo, así como en las alavesas de Llodio y Vitoria y en San Sebastián, la capital guipuzcoana.

Constituida con el fin de agrupar y establecer un nexo de unión, así como vínculos de solidaridad y cooperación entre las distintas entidades, al frente de la misma se sitúa, desde hace 12 años, Andoni Paredes Andrés, un castellano y leonés nacido en la localidad palentina de Cisneros, para quien, lograr la vinculación de las nuevas generaciones con esas entidades se ha convertido en uno de sus principales cometidos. 

La realidad es que “algún centro ha tenido que cerrar por falta de relevo generacional”, comenta Andoni Paredes y, para evitar que situaciones de este tipo se vuelvan a repetir, se está tratando de orientar las actividades de estas entidades y también las de la Federación hacia asuntos que son del interés de los más jóvenes –las segundas y terceras generaciones de aquellos primeros emigrantes de mediados del siglo pasado– que nacieron en el País Vasco y hoy viven totalmente integrados en lo que fue lugar de acogida de sus padres y abuelos.

Pero una cosa es “integrarse” y otra es hacerlo “sin olvidar la raíz”, la procedencia, que es en lo que estas entidades fundamentan su creación y en lo que Paredes Andrés pone el acento.

“Los hijos han nacido aquí y no tienen el sentimiento de arraigo” que caracterizó a las gentes de la época pasada, por lo que “es muy difícil” despertar en ellos el amor por su tierra, asegura. A pesar de ello, añade, “hacemos todo lo posible” por conseguirlo, aunque bien es cierto que “depende de los centros” el programar actividades que los atraigan, ya que “cada uno tiene su idiosincrasia”. Pero, por lo que respecta a la Federación, se está trabajando en esa línea, asegura, y su programa contempla una batería de actuaciones a desarrollar para lograr el objetivo.

Convencido de la importancia de lograr la vinculación de los jóvenes descendientes de castellanos y leoneses en Euskadi con su tierra, reclama la colaboración de los representantes de las administraciones castellanas y leonesas, tanto de la Junta, como de las diputaciones y ayuntamientos, para poder realizar actividades que sean del interés de las nuevas generaciones y, de paso, para que su labor pueda ser visibilizada por el conjunto de la sociedad vasca, saliendo “más a la calle”.

Lo que, a su entender, deben interiorizar los dirigentes políticos es que “aquí [en Euskadi] tienen un trozo de su tierra y lo tienen que cuidar”, con aumento de su presencia en los actos que se organizan. 

Lo cierto es que cuando esa circunstancia se produce, que no es con la frecuencia deseada, siempre se escuchan palabra agradables acerca de la labor que llevan a cabo las entidades asociativas –“Algunos elogian lo que tenemos aquí”, apostilla–, por lo que, desde la Federación, se los invita a desplazarse hasta esa comunidad autónoma vecina con motivo de las fiestas patronales y otras celebraciones, para que los intentos por recuperar y poner en valor en el exterior aquellos elementos de la cultura propia que deban ser resaltados, tengan mayor eco gracias a la presencia de  las autoridades.

La visita de mayor rango, y a la que alude, también por infrecuente en un presidente de la Junta, la protagonizó el pasado mes de noviembre Alfonso Fernández Mañueco, quien se sumó a los actos de la semana cultural organizada por la Federación. En el transcurso de la jornada, el presidente autonómico se comprometió a dispensar “más cariño económico” a las entidades del exterior para que desarrollen su labor.

Las casas de Castilla y León en el exterior son un pilar esencial para que el sentimiento y orgullo por pertenecer a esa tierra pervivan, dijo entonces Mañueco, quien las consideró las mejores embajadoras de Castilla y León y las que mejor defienden sus señas de identidad. Como muestra de su consideración hacia ellas, el presidente de la Junta recordó que en los presupuestos de 2023 se duplicarán los recursos para financiar los gastos de mantenimiento, funcionamiento y promoción de estas organizaciones.

Representar a Castilla y León en una comunidad autónoma como Euskadi “era difícil” en tiempos en que esta estuvo marcada por la lacra del terrorismo, asegura Paredes, quien reconoce la falta de apoyo que recibieron entonces por parte de las autoridades de Castilla y León. Pero los tiempos han cambiado, y hoy en día, todo parece indicar que va a mejorar la relación, incluso en el aspecto económico, a juzgar por las palabras de Mañueco.



“La emigración fue dura” y “la convivencia no fue feliz”

Los castellanos y leoneses que a mediados del siglo pasado carecían de recursos, que eran muchos, buscaron refugio en zonas limítrofes industrializadas, como Euskadi, que se convirtió en la segunda región española en número de acogidos de Castilla y León, por detrás de Madrid.

Pero el País Vasco no era entonces, ni con mucho, un destino dorado. “La emigración fue bastante dura” y la “convivencia no fue tan feliz” como se podía pensar, asegura Andoni Paredes, presidente de la Federación de Centros de Castilla y León en el País Vasco, al tiempo que presidente de la Casa Palentina Centro Castellano-Leonés de Barakaldo, quien recuerda con más pena que gloria aquel tiempo. “Había que trabajar mucho para tener un sitio donde vivir” y “la mano de obra era miserable”, confiesa. Y añade: “Aquí la gente pensaba que veníamos a quitarles el trabajo”, cuando lo cierto es que “el País Vasco es hoy lo que es gracias a nosotros, que supimos hacer y supimos estar”.

Paredes se trasladó de Cisneros (Palencia) a Baracaldo con sus padres con poco más de un año de edad y la formación que recibió en Euskadi le permitió desempeñar el cargo de jefe de un departamento en los Altos Hornos de Vizcaya, donde se ocupaban 12.000 empleados y donde trabajó 38 años.

“Fueron años duros”, comenta, y de ello se benefician hoy los descendientes de aquella generación, que han podido estudiar y se sienten parte integrante del lugar donde nacieron. Muchos de ellos viven desvinculados de su lugar de origen, aunque bien es cierto que de cada cinco socios de la Federación, tres tienen casa en sus pueblos. El arraigo lo mantienen gracias a las actividades que organizan las entidades asociativas en las que se agrupan, como la semana cultural de noviembre, concursos de fotografías, convocatorias de danzas y baile, excursiones y la participación en grupos corales, y de instrumentos, como la dulzaina, de raigambre en las provincias castellanas. La asignatura pendiente, comenta Paredes, es la creación de la confederación internacional de centros de Castilla y León, para trabajar en conjunto con las entidades de la comunidad repartidas por toda España en materia de cultura, turismo y folclore, entre otras.