“Era joven y quería probar suerte”

“Era joven y quería probar suerte”
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Teodoro Calvo nació en Burgohondo, un pueblo de la provincia de Ávila. Hijo de campesinos castellanos y con una formación elemental, decidió emigrar a Alemania con sólo veintitrés años. En casa eran siete hermanos y dos de sus hermanas también se habían ido a trabajar a la capital de España. Posiblemente eso le animó también a él a dejar el pueblo. Los motivos ni él mismo parece tenerlos muy claros, “todos se iban”, argumenta, pero él entonces no tenía una meta determinada, “era joven y quería probar suerte, ganar dinero unos años”. Con el primer dinero que pudo ahorrar se compró un solar en su pueblo, donde más tarde construyó una casa que, por ahora, sólo usa para pasar las vacaciones con su familia, “pero por eso no me vine”, asegura, refiriéndose a la construcción de la casa.
Su primer trabajo en Alemania fue en Wunstorf, en las inmediaciones de Hannover, lugar a donde llegó en 1969. Allí trabajó en una gran industria del ramo de la alimentación. En la misma empresa trabajaban muchos españoles, “entre el ochenta y el noventa por ciento de los trabajadores eran españoles”, cuenta, tanto así que “tenía la sensación de estar en España”, si no fuera por el clima.
En uno de sus viajes a casa había conocido a una chica con la que, tras formalizar las relaciones como era costumbre en aquel tiempo, se casó dos años más tarde. También ella consiguió un contrato de trabajo y, después de la boda, se vino con él a Alemania. Un año más tarde nacía su hijo Andrés.
En Wunstorf trabajó poco más de año y medio, luego, en enero de 1971, comenzó a trabajar para Volkswagen en Hannover y allí se quedó hasta que, por motivos de salud, tuvo que jubilarse prematuramente a los cincuenta y cinco años. Desde entonces dedica gran parte de su tiempo al Centro de Día, donde coordina las actividades que se realizan y es la mano derecha de Hortensia González, la asistente social de Cáritas responsable del proyecto. Para esta labor se preparó en los seminarios de ¡Adentro! de la Academia Española de Formación, en los que participó regularmente entre 2001 y 2006. Durante los primeros años de su estancia en Hannover asistió a las clases que se ofrecían para obtener el título de graduado escolar en la Casa de España, en cuyo edificio se encuentra actualmente el Consulado. También aprendió alemán para poder desenvolverse mejor en la sociedad alemana.
Sobre la posibilidad de retornar a su pueblo, dice que todavía no tienen nada decidido. Por un lado, su mujer todavía no alcanzó la edad de la jubilación y tendrá que seguir trabajando unos años, por otro, está su hijo que, tras terminar los estudios de traductor técnico en la Universidad de Hildesheim, consiguió un empleo estable en una entidad española en Hannover. El tener que separarse de los hijos es el motivo principal por el que muchos padres deciden quedarse en los países a los que han emigrado, ya que creen que una escisión en su vida fue bastante, la que sufrieron al separarse de su familia y amigos cuando tomaron el camino de la emigración. No obstante, este castellano abulense dice que nunca se arrepintió de haber emigrado, “jamás”, afirma tajante.