Opinión

Cocina Galega

Una canción de León Greco enfatiza “todo está grabado en la memoria” mientras enumera sucesos trascendentes de la historia contemporánea de Argentina. Releyendo ejemplares de la revista ‘Xa’, dirigida en la década del 90 por este humilde cocinero, desde las páginas algo amarillentas surgen frescas las voces reconocibles de los que ya no están.

Una canción de León Greco enfatiza “todo está grabado en la memoria” mientras enumera sucesos trascendentes de la historia contemporánea de Argentina. Releyendo ejemplares de la revista ‘Xa’, dirigida en la década del 90 por este humilde cocinero, desde las páginas algo amarillentas surgen frescas las voces reconocibles de los que ya no están. Por ejemplo, en una nota titulada ‘Colegio Santiago Apóstol, la cultura gallega en Buenos Aires’ leemos: “El día pactado para la entrevista (en la sede del antiguo Centro Lucense en la avenida Belgrano) resultó de inusitado movimiento. Todo era actividad, gente apurada, reuniones, juntas, etc; sin embargo al llegar, el señor Darío Llamazares, ex presidente de la institución, y motor visible del proyectado ‘colegio gallego’, dejó de lado el protocolo y las formalidades para ubicar unas sillas en una pequeña habitación, vacía aunque repleta de libros, para poder charlar tranquilamente del tema que nos convoca. De hecho, es tanto el entusiasmo del entrevistado que no fue necesaria la pregunta inicial, la que abre el fuego. Casi a modo de saludo nos regaló un prólogo (o copete en la jerga periodística) para encabezar la nota: “Cuando no haya más gallegos de nacimiento para defender y mantener encendida la llama de nuestros orígenes aquí, el único ámbito valido será un colegio. (…) El colegio es una iniciativa del ‘Centro Galicia’, cumpliendo un sueño de muchos emigrantes que quemaron sus vidas al servicio de este país, pero pensando siempre en Galicia”. Hoy, que el ‘Santiago Apóstol’ es una realidad, se entienden con toda claridad las palabras premonitorias del señor Llamazares en 1994.
En el mismo ejemplar de la revista hay una nota de Juan Carlos Iniesta, referida a su programa ‘Galicia Hoxe’ que se emitía por radio Colonia los domingos a la noche y contaba con la colaboración de un servidor. También hay un reportaje a un joven gaitero asturiano: ‘Hevia’, cuando aún no era ‘Hevia’ sino un inteligente profesor de gaita. Y en un editorial titulado ‘Gallegos de Buenos Aires’ escribíamos: “Nadie duda hoy que en nuestra ciudad se encuentra la memoria histórica de Galicia, aunque no es tan seguro que los gallegos de Buenos Aires estemos presentes en la memoria de nuestros gobernantes, mas allá de la obligada retórica en los discursos preelectorales. Somos los que alguna vez bajamos de los barcos. Buenos vientos mediante, seguiremos luchando por mantener nuestra identidad cultural en una ciudad inmensa, antitesis de la aldea natal”.
En otro número de la mencionada ‘Xa’ (que nunca contó con subvenciones ni apoyos de ningún tipo) leemos: “Digámoslo de una vez: gallegos de Buenos Aires (de Montevideo, La Habana, Caracas, o México). Gallegos. Con características propias, un acento, un ritmo diferente, pero con la misma sangre. Por nacimiento y por vocación. Por que sí. Aun viviendo, y especialmente por vivir en el exterior. Se trata, claro, de una personal y elemental declaración de principios. Una definición: no ser por el simple hecho de estar, de permanecer en la tierra de origen, sino como resultado de una constante y a veces dolorosa lucha en defensa de la propia identidad amenazada. Asumir esta realidad es ganarle al tiempo. Plantear un punto de partida. Certificar un hecho”.
Cuando llegamos a la página donde hay un reportaje a Rodolfo Alonso a raíz de la aparición de su libro ‘Tango del gallego hijo’, recordamos la tarde de otoño en que visitamos al poeta, a la sazón director de la revista del ‘Centro Gallego’ de Buenos Aires, en una improvisada oficina del primer piso de la institución.
Después de quince años, no podemos más que lamentar no reconocer en la realidad que vivimos las palabras escritas por Afonso V. Monxardin en 1993: “A Galicia ultramariña cedeulle definitivamente a primacía á terra de orixe onde agora se poden desenvolver libremente e con esperanza de triunfo as vellas ideas de resistencia cultural trocadas agora en intentos de normalización e hexemonía. En certo sentido o labor dos intelectuais galegos da emigración e exilio arxentino, culminou co trascendental éxito da Asunción da súa memoria e recoñecemento do seu labor polo conxunto do tecido social do país de orixe…”.
Sin duda, la publicación fue un intento exitoso por dotar a la colectividad de un órgano periodístico moderno y plural. Los editoriales tienen una absoluta vigencia, lo que demuestra que estábamos por el buen camino, y que no todas las promesas que nos hicieron fueron cumplidas. Hoy como ayer, se cuecen habas; pero todo queda grabado en la memoria.


Ingredientes-Almejas en salsa picante: 2 Kg. de almejas/ 1/2 Kg. de tomates pelados, picados sin semilla/ 2 cdas de orégano/ Zumo de una naranja, la ralladura de su piel/ 2 guindillas/ 4 cdas de aceite/ Caldo de pescado/ Perejil picado/ Sal / Pimienta


Preparación: Poner las almejas en una cacerola con un poco de agua al fuego, tapar por cinco minutos. Desechar las que no se abran, pasarlas por el agua corriente para eliminar arenillas. Ponerlas en una cazuela con los tomates, el aceite, el orégano, y perejil picado.
Revolver, y añadir el zumo de la naranja y la ralladura. Incorporar una taza de caldo de pescado y las guindillas. Tapar y cocer a fuego lento unos treinta minutos. Servir las almejas vertiendo la salsa por encima.