Opinión

‘Vilavella’ y ‘Vilanova’ de Redondela de Galicia

Henos ahora en la esplendorosa y reposada villa de Redondela de Galicia. Si bien habitada desde inmemoriales siglos, el conjunto de las ‘rúas’ y ‘prazas’ reciben su génesis durante la época del Medievo. Por entonces, Redondela estaba dividida entre ‘Vilavella’ y ‘Vilanova’, trenzadas mediante un puente sobre el río Alvedosa. Una población de alma marinera, cuyo puerto su mayor eje era económico, hoy conocida como ‘Vila dos Viaductos’ en homenaje y recuerdo de las dos respetables construcciones ferroviarias levantadas durante la segunda mitad del siglo XIX.

‘Vilavella’ y ‘Vilanova’ de Redondela de Galicia

A no dudar, el ‘Camiño de Santiago’ supuso un papel preponderante en el desarrollo cultural de Redondela. Pues, en efecto, la ‘ruta xacobea’ recorre las ‘rúas’ empedradas del centro histórico, siguiendo los pasos que, algún día, dio la reina Isabel de Portugal, cuando peregrinó hasta la tumba del Apóstol Sant-Yago en la sacra Compostela.

Estamos en la parte alta de la Villa, delante de la Iglesia de Santiago, cuyos orígenes se remontan al siglo XIII, por más que la edificación que hoy vemos responda a lo expuesto en el siglo XV, con ulteriores modificaciones. Recoletas ‘prazas’ con su magia abrazan este espacio: la ‘Casa da Torre’, edificio señorial perteneciente a la familia Prego de Montaos, asimismo fundadora del Convento de ‘Vilavella’. No muy distante del templo de Santiago se halla el antiguo cementerio de la Villa, proyectado en el siglo XIX. Aquí reposan célebres personajes, como el irlandés John O’Dogerthy, héroe de la guerra de la Independencia: el graciosamente llamado en la villa ‘Juan do Ghuerto’. Ahora bien, si deseamos deambular por sus ‘rúas’ –rotuladas por medio de placas realizadas en la famosa factoría de Sargadelos–, tendremos ocasión de contemplar ‘cruceiros’ como el del ‘Carballo’, además de casas de estilo ‘vilego’ gallego, como desde tiempos se acostumbraba. ¡Oh el blanco que cubría las viviendas de los viejos ‘mariñeiros’! Tales como las de la ‘Rúa da Leña’, que todavía conservan los soportales. O también aquellas que se encuentran detrás de la ‘rúa Xeneral Rubia’, con sus puertas saudosas de doble hoja.

Ved ahí la bellísima fuente monumental de la ‘Praza de Santiago’, tal vez de fines del siglo XVIII; con un enorme relieve del Apóstol Santiago, era el lugar en que antiguamente las ‘peixeiras’ lavaban sus ‘patelas’, esto es, unos cestos que portaban sobre su cabeza llevando ‘o peixe’ para su venta o bien su ‘troco’, el acostumbrado ‘trueque’ o cambio por otro producto. Próximas a la ribera, las casas ‘mariñeiras’ que se entreveraban con las de los comerciantes de sal, ‘sardiñas’ u otros alimentos derivados del espumoso mar. Por encima de este entorno y bajo el viaducto a Pontevedra, se halla una singular agrupación de ‘hórreos’ –­que antes fue mayor–, donde se guardaba el ‘millo’, esto es, el maíz, y sus ‘colleitas’: un idóneo lugar debido a estar en altura y así correr el aire. ¡Casas blasonadas de espíritu ‘fidalgo’! He acá la ‘rúa Cabo dos Fumeiros’. Porque se acostumbraba a ‘afumar as sardiñas’ para su conservación en épocas no demasiado remotas.

Vamos al espacio del río y paseamos por los jardines de la Alameda, entre camelias, magnolias y helechos. Árboles perfumados por la ‘choqueira’ memoria de mi padre y abuelos.