Opinión

Un recorrido ‘histórico’ por la ‘ruas’ y ‘prazas’ de Compostela

Un recorrido ‘histórico’ por la ‘ruas’ y ‘prazas’ de Compostela

Santiago de Compostela nace con el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago. Génesis en la que se mixtifican leyendas de ‘villas’ romanas, ‘castros’ celtas, milagrosas ‘luminarias’, ‘barcas de piedra’ y malévolos dragones. Ahora bien, lo que la Historia sí ha podido demostrar fue la existencia del obispo Teodomiro de Iria Flavia, quien en el año 814 visita el lugar y corrobora que es donde se halla el sepulcro de Santiago el Mayor, narrándonos el sagrado y maravilloso arribo de sus restos a Compostela.  Desde entonces comienzan a llegar peregrinos, originándose paulatinamente un ‘itinerario’ que en seguida pasa a denominarse ‘Camino de Santiago’. El cual, impelido de modo definitivo durante el siglo XII, es cuando Gelmírez alcanza la concesión de ‘indulgencias plenarias’ para los peregrinos, al igual que aquellas que se obtenían en las ciudades de Roma y Jerusalén.

El llamano ‘Camino Francés’ –la ruta más señalada hacia Compostela- fue, a no dudar, la principalísima ‘via’ de difusión cultural, así como de actividad económica e interés político a lo largo de buena parte del período medieval, de modo tal que así Santiago se constituyó en la primera ciudad de Galicia y de todo el Noroeste de la Península Ibérica. Durante el siglo XVI las peregrinaciones decayeron debido a la Reforma Protestante, de tal manera que su centro de atracción fue apagándose gradualmente, sobre todo a lo largo de los siglo XVIII y XIX. Se mantuvo, no obstante, como una señera ciudad que, como un imán, atraía por su enseñanza superior, tanto religiosa como sanitaria. A partir de 1960 –época en que la enseñanza universitaria empieza a extenderse a las diversas clases sociales- el despliegue urbano se desarrolla y se acrecienta sustancialmente al ser designada capital política y administrativa de la Comunidad Autónoma.

Comenzamos nuestro recorrido partiendo del Parque de San Domingos de Bonaval, antigua finca y cementerio de un convento dominico. Sorprendentes son las vistas hacia poniente de los techos de la zona monumental de Santiago. Contiguo al Parque, el Panteón de los Gallegos Ilustres, con los restos de Rosalía de Castro y Alfredo Braña, Francisco Asorey y Ramón Cabanillas, Domingo Fontán y Daniel Castelao. También, el Museo Etnográfico ‘do Pobo Galego’, el cual alberga la célebre y excepcional ‘escalera de caracol’ del período Barroco. A un tiro de piedra, he ahí el ‘Centro Galego’ de Arte Contemporáneo, cuyo autor es el arquitecto portugués Álvaro Siza. Seguimos por la calle Valle Inclán hasta la de San Roque, donde está situado un antiguo hospital barroco, con bella portada y singular claustro, al lado de la antigua ‘Porta da Pena’ por la que entramos en la zona vieja de la ciudad. Seguimos por la calle Algalia de Arriba, donde, lo mismo que en sus paralelas, se encontraban la mayoría de las pensiones de estudiantes hasta bien avanzado el siglo XX. A la altura del número 27 henos delante de una torre gótica del siglo XIII  de cuatro alturas de aire mayestático que nos muestra elementos decorativos en alguna de sus ventanas. A la izquierda tomamos el callejón de los Truques y entramos en la calle Algalia de Abaixo –de festiva vida nocturna-, donde en el número 29 aparece la casa más antigua de Santiago, del siglo XI o XII, buen exponente de la arquitectura medieval construida con elegantes ‘salientes’ que no nos dejan indiferentes. Enfrente, el ‘pazo’ barroco de Amarante. Pronto llegamos a Entremuros, ‘rua da Oliveira’ y ‘Praza dos Irmáns Gómez’. Alcanzamos enseguida la puerta de la iglesia de ‘Santo Agostiño’, a la que falta una torre derrumbada por un rayo en el siglo XVIII.