Opinión

Playa de Caldebarcos y playa de Carnota

Playa de Caldebarcos y playa de Carnota

Nos ponemos en camino hacia Carnota y sus playas. Si vamos desde Cee, los apabullantes 627 metros del monte Pindo nos acompañarán durante toda la ruta hasta llegar al destino. Y si elegimos la carretera de Negreira, he aquí una asombrosa panorámica digamos ‘a vista de pájaro’ de la completa línea de costa. De súbito, la playa de Caldebarcos, el arenal más septentrional del ‘concello’ de Carnota. Con algo más de un quilómetro y medio, a semejanza de otras playas que visitaremos, nos obsequia con una arena de color tan blanco que se podría confundir con la de las zonas más cálidas de nuestro planeta.

Henos ante las casetas de pescadores vinculadas a la actividad pesquera y marisquera de la comarca, así como en el entorno natural de la ‘Berberecheira’, donde los marineros extraen los ‘croques’ –también así nombrados, en lengua gallega, los berberechos–, faenando a pie. Con mucha ventolera y habituales brisas costeras, Caldebarcos dispone de excelentes condiciones para la práctica de deportes náuticos como el ‘surf’ o el ‘windsurf’, aparte de tratarse de un lugar frecuente de fondeo de embarcaciones de recreo. Caso de darnos un garbeo por la playa, nos percataremos de que en los ‘bajos’ de Caldebarcos se hundieron varias naves de la llamada ‘Armada Invencible’, cuando iban surcando el océano rumbo a la conquista de Inglaterra en 1596. A la hora de comer; no nos olvidamos de un exquisito plato de pulpo con almejas.

Continuamos por esta sedante línea de costa hacia la playa de Carnota, calificada como una de las cien mejores del mundo por la revista alemana Traum Strände. Nos regala más de siete quilómetros de longitud, de modo que es estimado como el arenal más extenso de Galicia. Así, en la bajamar, supera los mil metros de anchura en algunos tramos. Es admirable cómo en la amplia zona de marismas y dunas habitan una gran variedad de aves migratorias y de flora ‘endémica’. ¡Acá anida el denominado “chorlitejo patinegro”! Columbramos ahora la flecha de arena en la desembocadura del río Valdebois, popularmente conocida como ‘Boca do Río’, la cual originó uno de los espacios naturales de máximo interés ecológico y paisajístico de nuestra geografía gallega.

Éstas son las maravillosas marismas de Caldebarcos y la hermosa playa de Carnota. Mientras atravesamos la larga pasarela de madera, la cual simulara flotar sobre este humedal hasta desembocar en primera línea de costa, ¿quién sabe si tendremos la fortuna de ver alguna de estas especies biológicas? En esta ensenada entre las puntas de Caldebarcos y Sargas, el agua de color turquesa –nuevamente la nívea y delgada arena– y el intenso sol y la casi ausencia humana de las primerísimas horas del día, ante un mar en total calma… ¡Oh sensación mágica, evocadora, casi religiosa! Nuestras huellas van difuminándose a medida que llegan las espumosas olas del mar. Allá al fondo, en la otra punta de la ría de Corcubión, el mítico cabo Fisterra nos mira de lejos. ¿Seremos capaces de encontrar una náufraga botella con un sugestivo mensaje en su interior?

Asimismo en el paisaje carnotán, pero ya en el límite con la villa de Muros, alcanzamos la playa de Lariño, arenal dividido en dos partes bien diferenciadas: una lengua de arena de unos dos quilómetros y, por otro lado, pequeñas calas ubicadas entre las rocas.