Opinión

Nils Otón Gustavo de Nordenskjöld en Tierra del Fuego

“Río Candelaria o de Santa Candelaria y Azopardo son las principales toponimias de Otón Gustavo de Nordenskjöld. Las de lago Solier, lagunas Suecas y río Joffre andan en aguas de borrajas”, nos explica Juan E. Belza en su tan sugestivo como imprescindible libro Romancero del topónimo fueguino. Discusión histórica de su origen y fortuna, Instituto de Investigaciones Históricas, Tierra del Fuego, Argentina, 1978. Recordemos que en toda la zona Norte de Tierra del Fuego argentina tan sólo existían dos reducidos núcleos de población: los caseríos de “El Páramo” con la comisaría de “San Sebastián” y la “Misión Salesiana de la Candelaria” en la margen izquierda del río Grande, a tres millas de la desembocadura.

Nils Otón Gustavo de Nordenskjöld en Tierra del Fuego

Por diciembre de 1895 apareció en Punta Arenas el geólogo y explorador sueco Nils Otón Gustavo Nordenskjöld, profesor de la Universidad de Upsala y sobrino del célebre investigador del Polo Norte, Adolfo Erik, barón de Nordenskjöld. Nacido en Sjölego el 6 de diciembre de 1869, muy pronto se entregó al estudio de las disciplinas geológicas. Si algo había que lo entusiasmaba, era la problemática de los glaciares patagónicos y fueguinos.

Nils Otón viajaba en compañía del ingeniero Samuel Augusto Duse y el zoólogo Axhel Olhin. Así, pues, se encontraron en Buenos Aires y en Porvenir. Tras recorrer, estudiando, la estepa norteña, por unos días se establecieron en “El Páramo”: vivaquearon en comisiones por diversos puntos. Luego descendieron a la “Misión Salesiana”. El 18 de enero Nordenskjöld –con algunos acompañantes– partió a la búsqueda de una de sus metas: el “Lago Fagnano”. Después de algún que otro escarceo, era el primer pie blanco que rompía el embrujo de la floresta, cuando tomó la ruta de un fuerte chorrillo. “El mapa ­–anotaba el explorador, aludiendo al Instituto Geográfico Argentino de 1892– marcaba montañas, lagos y ríos que sólo estaban en la imaginación de los cartógrafos. Así, en lugar de un gran lago marcado cerca del río Grande, encontré la colina más alta del paraje”.

Acaso fue el “Ait” de los “Aus”, o “paso”, puesto que delataba a los indígenas el paso o vado para cruzar con marea baja al río “Grande” o “Jarroskol”. El “Ait” emergía en la margen derecha, frente a los “Barrancos Negros” de la margen izquierda: lugar próximo a la primera “Misión Salesiana”. “Trepé a una haya –prosigue Nils Otón–, miré hacia todos lados y no divisé agua alguna. Al sur del río Grande arranca la floresta. Y la ruta hacia el Lago Fagnano ha sido trazada por una hondonada tributaria del río Grande, el río Santa Candelaria, que llamé así en honor de la santa a la que está dedicada la Misión”.

“Desconozco la carta geográfica –comenta el historiador Juan E. Belza en su obra– que habrá usado Eduardo A. Holmberg en 1903, para poder atreverse a afirmar y situar determinados lugares geográficos en su Viaje al interior de la Tierra del Fuego”. El sueco Nordenskjöld continuó tenazmente su marcha; pero comenzaron a mermar las provisiones y a fallar las mulas en los caminos de guanacos. Sólo fue capaz de divisar un gran lago al que otorgó el nombre del almirante argentino Daniel de “Solier”. Ahora mismo observo el mapa de Nordenskjöld publicado por Charles Rabot.