Las estrofas del ‘Himno Galego’ de Eduardo Pondal
El segundo “estadio” del “Himno Gallego” –el poema ‘Os Pinos’ del bardo Eduardo Pondal– está dedicado a los hermanos de Portugal, con una mención de Luiz de Camoens, el perenne autor de Os Lusíadas, la epopeya lusitana, que él poseía entre sus amados clásicos: “Os bos fillos do Luso/ nos vosos sons, ¡oh pinos!/ len os outros destinos,/ cun ardoroso afán,/ len nos rudos acentos/ do vate lusitano,/ no verbo soberano,/ dos fillos de Breogán”. Y el tercer “estadio”, la preocupación por los emigrados, quienes “peregrinan” y que, en una versión, son “dispersos”, en la variante que solicita sean liberados de los adversos destinos: “Xuntos, ceos, sostede/ ós celtas, que, a millares,/ por terras e por mares, peregrinando van:/ facede que se cumpran/ nos fortes peregrinos,/ os futuros destinos/ da raza de Breogán”.
“Xa neste intento, pechaba as tres estrofas a evocación de Breogán, o héroe mítico do ‘Leabhar Gabhala’ que, dende o Mediterráneo oriental, viñera fundar Brigandsia e partira de eiquí para se-lo pai dos irlandeses”, nos indica el ínclito profesor Xosé Fernando Filgueira Valverde en su obra monográfica O Himno Galego. Da “Marcha do Reino de Galicia” a “Os Pinos” de Veiga e Pondal, Caixa de Pontevedra, Pontevedra, 1991. El vate de Ponteceso asimismo llevó su nombre a otros poemas: ‘Philopemen’, ‘Boandanza, saúde’, ‘A Fala’ y ‘A derradeira vontade’.
Antes de hablar del héroe y el comentario de la versión definitiva de ‘Os Pinos’, preciso es recordar que la versión “Íntegra” del poema de Pondal para el ‘Himno Galego’ alcanza un número de 80 versos heptasílabos, distribuidos en “octavillas”, formadas por 2 “coplas” que llevan libre el primer verso, consonantando segundo y tercero. Y el cuarto, agudo, lleva la rima en “a”, otorgando unidad al conjunto, a excepción de la tercera estrofa. De manera tal que le concede a Pondal “rematar” ocho veces con el nombre de Breogán, como revelador leit–motiv. Resulta esclarecedor que la “octavilla” aguda (abbc deec) soporta precedentes en el “juego” medieval de estrofas simétricas, la cual fue difundida –como “cantábile”– por los italianos. De modo que, durante el siglo XVIII, llegaría a ser denominada “verso metastasiano”. Los autores Palazuelo e Iriarte atestiguaron su procedencia. Servía no sólo para “arias, himnos y cantatas”, sino también para “odas”. El músico gallego Pascual Veiga indudablemente conocería no pocas “partituras” con letras de idéntico perfil. Y el ritmo sería muy familiar a Pondal, por su lectura de los poetas del estilo del Neoclasicismo.
Ahora bien, después del comentario de la métrica, acerquémonos a la verdadera “idea”: el cantor escucha la voz de los pinos, los “rumorosos”. Y los interroga al estilo de las “enamoradas” del “Cancionero” en sus conversaciones con la madre Naturaleza. Y escucha la respuesta. En la primera estrofa, la interrogación “ós piñeiros”. ¿Qué dicen en la noche con el canto “rumoroso” de sus hojas? He aquí “o arume”. Hojas “afiadas e cantareiras”. Hasta pudiera imaginarse que “falan co luar” –luz de luna–, en su “zoar” monótono y acompasado, perdurable e insistente.
La segunda estrofa nos brinda la extensa respuesta que “os pinos” dirigen a Galicia, a la que miran ceñida de verdor, evocación agraria y símbolo de esperanza. De buen sino, por los astros.