Opinión

‘Crónica histórica del Lago Nahuel Huapí’ de Juan M. Biedma

“El autor de esta obra, significativo aporte al conocimiento histórico-geográfico del país, el catedrático Juan Martín Biedma, nació en Buenos Aires el 26 de marzo de 1924, hijo del eminente pedagogo don Carlos María Biedma, creador de la Escuela Argentina Modelo. Por sus aulas han desfilado generaciones de argentinos, entre los cuales incluyo hijos y nietos míos, con lo cual de su calidad de ‘modelo’ puedo dar fe, pues he visto y experimentado en familia su excepcional calidad”, escribe Armando Braun Menéndez en el ‘Prólogo a la 1ª edición’ del concienzudo libro titulado Crónica histórica del Lago Nahuel Huapí, editoriales Caleuche y Del Nuevo Extremo, 4ª edición actualizada, Buenos Aires, 2003.

‘Crónica histórica del Lago Nahuel Huapí’ de Juan M. Biedma

Tras numerosas publicaciones personales o en colaboración, este último estudio proyecta su renovado foco de atracción; la zona del Lago Nahuel Huapí. A través de las páginas de esta obra –acompañada de antiguas fotografías de la nostalgia– Juan Martín Biedma didácticamente nos traza en 7 extensos capítulos las diferentes fases del destino americano, aplicadas a aquella región de privilegiada belleza, ensueño de alma y paisaje natural. El primero de ellos –cuyo título es ‘Descubrimiento y Conquista del Lago Nahuel Huapí’– nos destaca los esfuerzos del gobierno colonial español de Chile para ampliar sus dominios, a la búsqueda de aquella mítica ‘Ciudad de los Césares’, situada en un impreciso lugar de la Patagonia. Un día de 1620 el capitán Juan Fernández lavó sus fatigados pies en las aguas del inmenso lago.

‘Los Misioneros’ es el título del segundo capítulo, en el cual se nombra al Padre Nicolás Mascardi, quien, partiendo de la Misión de la Compañía de Jesús, en Castro (Chiloé), funda la Misión de Nuestra Señora de Nahuel Huapí en la península Huemul; en su labor pacificadora, termina asesinado. Diversas y múltiples tribus aborígenes se expandían por estos territorios: los indómitos araucanos y sus adláteres los pehuenches, ranqueles y puelches, todos nómadas y belicosos. De modo que en la nomenclatura regional descuellan los nombres del Padre Menéndez y Rosales, Laguna y Fagnano.

El tercer capítulo desarrolla ‘Los científicos’, entre los que destellan Francisco P. Moreno –evoquemos el glaciar ‘Perito Moreno’–, además de Pérez Rosales, Fonck y Cox. ‘La Conquista Militar’ constituye la temática del capítulo cuarto, que enlaza con el penúltimo, ‘La cuestión de límites’. He ahí la figura del General Julio A. Roca, quien determinó que “no se puede administrar la tierra que no se posee”. Y así nace la denominada ‘Campaña del Desierto’, que, en palabras de Armando Braun Menéndez, “barre con las hordas de los indígenas, que en sus correrías llegan lejos de la Provincia de Buenos Aires”. De manera que militarmente ocupa los territorios australes de Neuquén y Río Negro. Una de las divisiones que comanda el coronel Conrado E. Villegas alcanza con sus tropas, en 1881, el asombroso lago Nahuel Huapí.

Por entonces prevalece la disposición admirablemente concertada: “El límite argentino-chileno correrá por las altas cumbres que dividen las aguas”. En el capítulo sexto, ‘La Colonización’, se reitera el fenómeno de la inmigración europea. ‘Tiempos recientes’, el séptimo capítulo, con el ideario de Exequiel Bustillo, clausura el libro.