Opinión

Bouzas, Galicia y Portugal, en la Ruta del Apóstol

“Como se puede comprobar, en todos los documentos se repite siempre, al modo de un estribillo, que el hecho aconteció en ‘un lugar llamado Bouzas”, afirma Paulino Freire Gestoso en el capítulo VI de su atrayente libro El Cavallero de Bouzas. Un héroe, olvidado, en la Ruta del Apóstol a Galicia, Gráficas Planeta, Vigo, 2006. Ciertamente, casi con idéntica reiteración, aparece asimismo ese lugar llamado Bouzas en la costa de Portugal, pero sin indicarnos una concreta ubicación.

Bouzas, Galicia y Portugal, en la Ruta del Apóstol

“Cuando llegaron de Portugal, y ya por la costa de Galicia”, escribe Carré Alvarellos. También en el título del capítulo II de la obra de Castellá-Ferrer leemos: “Milagro que obró Dios por el Apóstol Santiago en el Mar Occidental de España, antes de llegar su santísimo cuerpo a Iria Flavia”. Huerta y Vega transcribe y reafirma, dándonos a conocer sus saberes en torno a dónde se sitúa la “Leyenda-Milagro” escrita por Carré Alvarellos: “Volviendo al suceso, puede dudarse en qué sitio sucedió este prodigio: Porque el santoral dice que el lugar se llama Bouzas, y la tierra de que el Cavallero era Señor, Amaya”.

“Por tanto, y a pesar de que en muchas aldeas de Portugal se habla de esta leyenda como suya, ninguna tiene referencias importantes para reclamarla”, asevera el señor Freire Gestoso. “Lo de ubicar la leyenda en Matosinhos”, agrega, “creo que es el último esfuerzo para hacerla suya, aprovechando la gran llamada de su Cristo”.

Según se cuenta, existe una leyenda muy semejante en la localidad portuguesa de Caminha, en la cual el Cavallero atraviesa el río Miño, siguiendo la Ruta del Apóstol. Similares descripciones las sitúan en Viana do Castelo, río arriba, en un lugar nombrado ‘Bocas’. No pocos estudiosos acusan a la nueva religión de tomar esas representaciones como propias, creando Leyendas o Milagros que las hagan suyas, justificando así la adaptación a “sus recién nacidas” Tradiciones. De manera que transforman los símbolos religiosos de divulgación popular más extensa a la “nueva” religión, contentando de este jaez a los “nuevos” seguidores “conversos”, que pueden preservar su culto bajo otras advocaciones. Hagámonos, pues, esta interrogación: ¿El Cavallero de Bouzas será un medio para hacerse con uno de los símbolos más seductores del momento?

Después de todo, ¿qué significaba la “Concha de la Vieira”? A no dudar, el símbolo de la Belleza y el Amor, sugiriendo –como en el célebre lienzo de Boticcelli– el nacimiento de Afrodita, la diosa del Amor, a orillas del mar. Se santifica así el “lecho venusíaco” de la diosa de la fecundidad: la Concha de la Vieira. “¿Por qué la concha y no otro objeto?”, se preguntaba el escritor Gonzalo Torrente Ballester en su obra Compostela y su ángel. “La concha jacobea no relumbra como las caracolas, ni encierra en su laberinto los rumores de la mar”, continúa, “carece de misterio, pero no de tradición hermosa. Concebida como un sector de círculo dividido su campo en varias partes por los radios que van del centro a la circunferencia”. Así, pues, el “pectem Iacobeus” consiste en doble concha: la una, llana; cóncava la otra. “Prisión entrambas”, añade, “de tan delicada y deliciosa carne, que explica así la elección de Afrodita”.