Opinión

Trayectoria diplomática de Georgina Bortoloto, cónsul argentina

“Al comenzar a trabajar en la Cancillería argentina, como llamamos al Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, me asignaron funciones en la Dirección General de América del Sur, donde tuve la suerte de trabajar en las relaciones bilaterales con la República Oriental del Uruguay, y de contar con excelentes compañeros y superiores que me guiaron en los primeros pasos” , me comenta la ilustrísima señora
Trayectoria diplomática de Georgina Bortoloto, cónsul argentina
“Al comenzar a trabajar en la Cancillería argentina, como llamamos al Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, me asignaron funciones en la Dirección General de América del Sur, donde tuve la suerte de trabajar en las relaciones bilaterales con la República Oriental del Uruguay, y de contar con excelentes compañeros y superiores que me guiaron en los primeros pasos” , me comenta la ilustrísima señora doña Georgina Raquel Bortolotto, cónsul general de la República Argentina en Vigo, con la jurisdicción de la Comunidad Autónoma de Galicia, Principado de Asturias, así como de las provincias castellanas de León y Zamora.
A partir de 1985, época de rehabilitación democrática, el nexo de unión con Uruguay –es preciso evocarlo– era muy intenso y fructífero, puesto que tenía los ojos puestos en muy diversas áreas de cooperación. Ya en 1982 llevó a cabo su primera experiencia laboral en un consulado, merced a su tralado a la ciudad de Itajaí, situada en el estado de Santa Catarina en Brasil, a fin de reemplazar al cónsul titular. “A los dos años, en 1987, me destinaron como cónsul adjunta al Consulado General de la República en Madrid –continúa explicándome, paciente y emocionadamente, la cónsul Bortolotto en su confortable despacho de la calle López de Neira, número 2, a un tiro de piedra de la peatonal calle del Príncipe, centro neurálgico y comercial según la tradición de la populosa urbe viguesa, cuyo epíteto es ‘la Ciudad del Olivo’–. Era un momento de gran llegada de inmigrantes argentinos a España, lo que me permitió crecer en el trabajo consular”.
Residió en Madrid entre los años 1989 y 1994. A lo largo de esos años cumplió asimismo reemplazos consulares en dos consulados españoles: el Consulado de Cádiz y el Consulado General en Vigo. “En 1994 regresé al país argentino pero multiplicada, ya que me había casado en 1991 con Juan Carlos Álvarez. De modo que en 1994 nació en la capital de España nuestra primera hija, Macarena”, nos confiesa con gracia y simpatía doña Georgina. Así que, desde 1994 hasta 1997, desempeñó distintas funciones en la Dirección General de América Central, Caribe y México de la Cancillería argentina en Buenos Aires. En el transcurso de tales años participó dentro de su área en la preparación del viaje del presidente de la Nación Carlos Menem a América Central. Posteriormente fue destinada a la Dirección General de Personal. También conviene recordar que en 1996 llevó a término un reemplazo en el Consulado de Cochabamba, en Bolivia.
Nuevamente fue trasladada en 1997 al exterior: en esa circunstancia se trató de la Embajada de la República Argentina en República Dominicana. Una enorme experiencia, incuestionablemente enriquecedora, habida cuenta de que ejercía como segunda en la Embajada; además, tenía a su cargo la Sección Consular y la Sección Comercial, el área de Cooperación y los temas y asuntos de índole cultural. “Durante esa época, y en esa encantadora isla caribeña, en la ciudad de Santo Domingo –agrega la cónsul argentina doña Georgina Bortolotto, con materna satisfacción– nacieron nuestras hijas: Victoria, en 1997, y Bárbara, en 2000”. Por razones familiares, en 2002 solicitó el traslado a su país argentino, de tal manera que volvió a desempeñar funciones en la Dirección General de Personal. Un tiempo después, la asignaron al Instituto Exterior de la Nación, en el cual se realizan concursos de ingreso a la carrera y se imparten los cursos formativos.