Opinión

Thomas Alva Edison, vida y obra, por Fritz Vögtle

“Quizá no sea preciso decir que Edison no fue un científico; tan sólo descubrió un nuevo fenómeno, el efecto ‘Edison’, que patentó en 1883 –escribió Isaac Asimov en 1984 en su obra Momentos estelares de la ciencia–. El conocimiento abstracto no le interesaba; era un hombre  práctico que quería transformar descubrimientos teóricos en artilugios útiles”.
Thomas Alva Edison, vida y obra, por Fritz Vögtle

“Quizá no sea preciso decir que Edison no fue un científico; tan sólo descubrió un nuevo fenómeno, el efecto ‘Edison’, que patentó en 1883 –escribió Isaac Asimov en 1984 en su obra Momentos estelares de la ciencia–. El conocimiento abstracto no le interesaba; era un hombre  práctico que quería transformar descubrimientos teóricos en artilugios útiles”. Luego Asimov continuaba: “Pero quizá tampoco sean los inventos en sí lo que hay que destacar entre las aportaciones de Edison a nuestras vidas. Porque, aunque es cierto que hoy disfrutamos del fonógrafo, del cine, de la luz eléctrica, del teléfono y de mil cosas más que él hizo posible o a las que dio un valor práctico, hay que admitir que, de no haberlas inventado él, otro lo hubiera hecho tarde o temprano; eran cosas que ‘flotaban en el aire’. No, Edison hizo algo más que inventar, y fue que dio al proceso de invención un carácter de producción en masa. El genio, decía Edison, es un uno por ciento de la inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración. Inventar exigía trabajar duro y pensar firme”.

El científico español Manuel Toharia en el ‘Prólogo’ titulado ‘Cuando el ingenio se hizo ciencia’ para la biografía Edison de Fritz Vögtle, publicada por ‘Salvat Editores S.A.’, Barcelona, 1988, confiesa: “Al cabo de los años, creo que dos de las películas que más me impresionaron, cuando todavía era niño, fueron norteamericanas, en blanco y negro, y de temática bien significativa para alguien que, más tarde, iba a dedicarse a la divulgación científica: El terremoto de San Francisco y Vida de Edison. Las aterradoras imágenes del seísmo se mezclan a partes iguales, en mi memoria, con la apasionante escena del joven Spencer Tracy realizando experimentos químicos en un vagón de tren…”.

“El objetivo de esta biografía –afirma Fritz Vögtle en la inicial ‘Nota del autor’– es dilucidar estas conexiones a través del ejemplo de la vida y la obra de Edison, e intentar a continuación extraer algunas conclusiones generales”. Estructurada en once capítulos, pertinentes “notas”, “cronología”, “testimonios” al igual que una selecta “bibliografía”, realizamos un hermoso itinerario desde los “antepasados y casa paterna” hasta “sobre la crítica al progreso científico y técnico”. Durante las diversas etapas conocemos la “infancia y juventud”, los “viajes y primeros inventos”, “el inventor independiente en Nueva York” y “el laboratorio de West Orange”, el “Edison industrial” y “la fama como héroe popular” y las “actividades en la vejez”.

Thomas Alva Edison, el inmarcesible inventor estadounidense, nació en Milan, estado de Ohio, en 1847. De su madre recibió durante su infancia la mayoría de las enseñanzas elementales. En 1863 trabajó como telegrafista en el ‘Grand Trunk Railway’, pasando en seguida a la ‘Western Union Telegraph’, empresa en la que desempeñó distintos cargos. Durante esta época se aplicó al perfeccionamiento del telégrafo automático e inventó los sistemas ‘dúplex’ y ‘cuádruplex’, así como un aparato para registrar los votos parlamentarios y un ‘stock ticker’ para transmitir las oscilaciones de los valores de Bolsa: invento que le sirvió para hallar trabajo como mecánico jefe en la ‘Gold Indicator Company’ de Nueva York. Colaboró con Sholes en la fabricación de la “primera máquina de escribir”. Aplicó al teléfono el micrófono de carbón. Más de 1.200 patentes llegó a registrar, entre las que adquieren relieve “el fonógrafo” de 1877 y “la lámpara de incandescencia” de 1879. El “efecto Edison” o termoeléctrico. Murió en 1931 en Nueva Jersey.