Opinión

El Tercio de Gallegos y el 25 de mayo de 1810

“Los criollos se debatían entre la ancestral lealtad a la Corona española y los cantos de sirena británicos que les enrostraban el abandono que habían sufrido por parte de la metrópoli”, puntualiza el autor de Héroes del Tercio de Gallegos, Horacio Guillermo Vázquez –bonaerense nacido en 1964, oficial de la Marina Mercante Argentina en la Escuela Nacional de Naútica–, cuya obra fuera publicada por la Excma.
El Tercio de Gallegos y el 25 de mayo de 1810
“Los criollos se debatían entre la ancestral lealtad a la Corona española y los cantos de sirena británicos que les enrostraban el abandono que habían sufrido por parte de la metrópoli”, puntualiza el autor de Héroes del Tercio de Gallegos, Horacio Guillermo Vázquez –bonaerense nacido en 1964, oficial de la Marina Mercante Argentina en la Escuela Nacional de Naútica–, cuya obra fuera publicada por la Excma. Diputación Provincial, Pontevedra, 2003. Conviene decir que los españoles, por otro lado, se dividían entre los “realistas” y los “acriollados”, quienes allí tenían a sus hijos y nietos, además de esposa y casa y negocios. Tampoco podían negarse a la evidencia de que España no había demostrado con hechos concretos el menor interés hacia aquella tierra y sus ciudadanos. Metales preciosos y tributos partían para la Península en enormes proporciones, mas los beneficios no se palpaban por ninguna parte. Ni palacios de gobierno ni hospitales, ni escuelas ni alumbrado público. Ni siquiera empedrado vial, puentes, caminos, puertos, industrias. El estado de cosas, pues, era ya insostenible.
Después de la tradicional elección de alcalde de primer voto y ediles, aquel 1º de enero de 1809 es reelecto D. Martín de Álzaga, cabeza del “partido español”. De tal suerte que, con el impulso y protección del Tercio de Gallegos, Vizcaínos y Catalanes en modélico maridaje, él presenta a Liniers su dimisión, a fin de proceder a la elección de una junta que gobierne en nombre del soberano hasta que éste reasuma el trono. Liniers accede a ello. Mas, convencido por el Comandante de Patricios, al fin se niega cuando contempla cómo entra en la Plaza Mayor el regimiento de patricios. Aquellos que se alzaron fueron encarcelados y “extrañados” en la región de la Patagonia. Así, pues, los Tercios Españoles fueron desarmados. Fue el principio de su término. Recordemos que aquella Plaza Mayor, tras las invasiones, se denominó ‘Plaza de la Victoria’ y que, andando el tiempo, sería la que hoy conocemos bajo el nombre de ‘Plaza de Mayo’.
El 25 de mayo de 1810 se crea entonces la Primera Junta de Gobierno, cristalizando así el deseo del año anterior. Curiosa paradoja: es designado presidente de esa Junta el brigadier D. Cornelio de Saavedra, el mismo comandante de Patricios que reprimió el intento de 1809. Uno de los cabildantes, el comandante Cerviño. He ahí, merced esa Junta, la antesala de la Independencia de Argentina en 1816. Puede constatarse documentalmente que, a fines de 1809, el Tercio de Gallegos proseguía su azacaneada vida contra la esperada creencia de que, a causa de su desarme, habría desaparecido. El Tercio de Gallegos, al igual que la Congregación, se desvanecieron porque, con el nuevo gobierno, se modificaron todas las estructuras sociales y políticas, militares y comerciales. Los que antes eran abogados o militares, comerciantes o religiosos, se convirtieron en gobernantes, desempeñando en el “nuevo país” otras funciones muy diferentes. “En 1995 pudimos recuperar la tradición del Tercio de Gallegos”, nos recuerda el ensayista Horacio Guillermo Vázquez. Y continúa: “Con ese espíritu, en la Festividad del Apóstol Santiago de ese año, la ciudad de Buenos Aires, los argentinos y los gallegos tuvimos la oportunidad de emocionarnos hasta las lágrimas con esta ‘novedad’ de 200 años. Desde entonces, el Tercio de Gallegos es la Guardia de Honor Oficial de la Escuela Nacional de Náutica de Buenos Aires”.