Opinión

Tenistos

Los organizadores del Open de Australia de Tenis sancionarán a aquellas jugadoras que, a su juicio, vistan de manera provocativa. Hace una década, la Federación Mundial de Voleibol decretó que las mujeres debían cambiar su vestimenta y sustituirla por otra más ceñida y provocativa.
Los organizadores del Open de Australia de Tenis sancionarán a aquellas jugadoras que, a su juicio, vistan de manera provocativa. Hace una década, la Federación Mundial de Voleibol decretó que las mujeres debían cambiar su vestimenta y sustituirla por otra más ceñida y provocativa. Se atrevieron a decir que era para aumentar la audiencia; hubo cierto revuelo pero no se montó la revolución que merecían los dirigentes, que eran hombres. La fantástica atleta argelina Hassiba Boulmerka, campeona mundial de 1.500, las pasó canutas y tuvo que abandonar su país, amenazada por correr con pantalón corto. En España, los organizadores del Master de Madrid seleccionan modelos femeninas de finas curvas que sustituyen a los niños y niñas recogepelotas para alegrar la vista del público. Tampoco ha habido intervención del Gobierno por esta ‘apología del machismo’. Las cuatro noticias, a pesar de sus diferencias y su nulo interés para los que amamos el deporte, reflejan el mismo pensamiento profundo: la mujer es un objeto sobre el que se decide y se actúa (para bien o para mal, pero otros lo hacen por ella, le dicen lo que tiene que hacer) y el hombre, lo masculino, es el que actúa y decide, el que concede a lo femenino, como máximo, la facultad de inspirar al varón para que decida en uno u otro sentido. El hombre no puede ser ‘provocativo’ porque tiene derecho a no ser mirado como un objeto. ¿Qué hay de realización personal en una musa cuando se le anula su derecho a pintar? Sólo por esto, basta para decir que no vivimos en una democracia real.