Opinión

Teatro Colón: profanación y grieta

Considerado lector: hace mucho que venimos reiterando lo mismo. Que el engaño es sin límites, que estamos rodeados de bufos, de embaucadores, de pontífices. Nada se salva. Breve, breve.  La Dirección de Cultura de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación organizó una muestra, Homenaje a América, en el Salón de los Pasos Perdidos. Se lo invita a uno de nuestros grandes pintores latinoamericanos: Ponciano Cárdenas C.
Teatro Colón: profanación y grieta
Considerado lector: hace mucho que venimos reiterando lo mismo. Que el engaño es sin límites, que estamos rodeados de bufos, de embaucadores, de pontífices. Nada se salva. Breve, breve.  La Dirección de Cultura de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación organizó una muestra, Homenaje a América, en el Salón de los Pasos Perdidos. Se lo invita a uno de nuestros grandes pintores latinoamericanos: Ponciano Cárdenas C. A los dos días de inaugurada se levanta pues hay elecciones del gremio de maestranza. Las urnas se ponen en ese salón. Dos días después vuelve a levantarse pues dictaban un curso. A los cuatro días (faltaban tres para finalizar la exposición) el presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación hace retirar un cuadro –un desnudo– por entender que era pornográfico. La impunidad ante un pastel. Recordemos que hablamos de Eduardo Fellner, paradójicamente ex gobernador de Jujuy. Naturalmente artistas plásticos, críticos de arte, intelectuales, se movilizaron y manifestaron la falta de criterio, la imbecilidad, lo patológico de sus mentes populistas. Mediocres estos caballeros, mediocres y brutos. En el Salón de los Pasos Perdidos les dije a unos “funcionarios” que con caras de funcionarios me miraban: “Si este es el homenaje a uno de los grandes pintores cómo trataran a los otros. Dan asco, no se fueron todos, se quedaron”.
En un país donde vuelve la tuberculosis, donde miles de seres pasan hambre y humillación cotidiana, donde es un drama curarse o aprender las primeras letras, esto parecería menor. No lo es. Representa, simboliza, parte del desorden, del engaño, de lo grosero, de la corrupción, del bochorno. En California descubrieron una nueva forma de reciclar la basura, la convierten en programas de televisión, señaló Woody Allen. Aquí todo se recicla en la jactancia, la mezquindad, el menoscabo a la sensibilidad. Un país sin rumbo. Se niega la realidad y la vida cotidiana se transforma en surrealista: reina lo imprevisible. A esto hay que sumarle narcotraficantes, secuestradores, crímenes, violencia, barbarie intelectual y de la otra. “Obvio”, repiten imbécilmente jóvenes y no tan jóvenes. Todo es obvio. Lo dicen sin pestañear, desde la violencia verbal, encandilados por el país de Babia que supimos conseguir. Todo se usurpa, todo es enfermizo. Sí, hay gente honesta, hay pequeñas islas, hay seres con talento y honestidad. Como solía reiterar don Manuel, mi padre: “Tienes razón pero es tan poca que no vale nada”.
Lo del Teatro Colón viene de lejos. Medios, gente de la cultura, intelectuales, creadores –al resto parece importarle más el destino de la selección nacional de fútbol– vienen denunciando el caos de su remodelación. Lo terrible y angustioso que significa destruir algo que era modelo y símbolo en el mundo. Ya no se habla de la acústica ni de los decorados. Ya no se habla del telón ni de las pinturas. Ahora se desmantelan camarines, vestuarios, escenografías. Ahora se habla de confiterías, de gift shops, de áreas vip, de green rooms. Todo es un engaño: Harry Potter, los escritores ungidos por el premio Nobel, las viviendas que prometen construir en el conurbano bonaerense, los planes de salud, los fondos de los jubilados. “Mienten como ladrones”, decía un viejo libertario cuando se refería a los políticos. “Son ladrones”, aclaraba otro.
Pues bien. Uno de los diarios más tradicionales de Argentina publicó recientemente un plano de las obras y el proyecto de las refacciones en el Teatro Colón. Aquí su resumen. Dolor, perplejidad, impotencia. Profanación y grieta.
“En el quinto piso se instalaría una confitería al aire libre. En el cuarto desaparecerían todas las aulas del Instituto Superior de Arte. En el tercer piso se modificarían todos los camarines individuales de hombres y mujeres para hacer dos camarines con capacidad para sesenta personas. En el segundo desaparecerían todos los camarines y duchas del ballet de hombres y mujeres para hacer despachos de directores, nuevas consolas y confiterías. En el primer piso desaparecerían dos oficinas de jefaturas. En la planta baja todos los despachos de las direcciones históricas para hacer giftshops. Desaparecería asimismo el archivo general para hacer otro giftshop. En la Biblioteca del teatro iría otra sala vip. En el primer subsuelo desaparecerían la sección de arquitectura teatral y el depósito de vestuario de ballet. En el segundo subsuelo el taller histórico de peluquería desaparecería y no se determinó otro lugar. Correrían igual suerte los talleres de zapatería, utilería mediana, etc. En el tercer subsuelo, al depósito de la Rotonda, en donde se guardaban los telones traídos de Europa desde la década del 20 no se reasignó otro lugar.”
Caro lector, como se imaginará esto es un resumen. Hay más. Una opereta trágica donde está la canonjía, el boato, la farsa y el negociado. La ignominia y la ignorancia. Los olores de la cera y del bálsamo dominados por la pestilencia mortal. La pompa se mezcló con la podredumbre, con naturalidad argentina para generar dislate y símbolo.