Opinión

Entre sonido y sentido

Sólo si cayéramos en la trampa de tomar por simple ingenuidad la demoledora lucidez con que Paul Valéry supo aludir al poema como “esa oscilación prolongada entre el sonido y el sentido”, sería posible obviar que semejante artista pudo adelantarse así a lo que un científico como Noam Chomsky iba a generalizar, mucho más tarde, definiendo a toda lengua como “una particular relación entre el sonido y el
Sólo si cayéramos en la trampa de tomar por simple ingenuidad la demoledora lucidez con que Paul Valéry supo aludir al poema como “esa oscilación prolongada entre el sonido y el sentido”, sería posible obviar que semejante artista pudo adelantarse así a lo que un científico como Noam Chomsky iba a generalizar, mucho más tarde, definiendo a toda lengua como “una particular relación entre el sonido y el sentido”. De lo cual, entre otras muchas y fecundas derivaciones, no es menor la de comprobar que aun cuando la más alta poesía se arroje hacia sus límites nunca dejará de estar, así sea secreta y misteriosamente, vinculada con el mismo lenguaje que hablan los hombres.
Oscilar entre la carnalidad del sonido y la intensidad del sentido, presintiendo si es que no buscando allí precisamente lo esencial de la poesía y del lenguaje implica, ineludiblemente, también asumir con seriedad tanto los momentos felices, más logrados, como aquellos otros en que esa ineludible oscilación nos arroja, fatalmente, de uno u otro lado. Que bien pueden resultar diferentes abismos: la grandilocuencia, por ejemplo, en los apasionamientos sonoros de linaje romántico o parasurrealista, o recaer en el mero conceptualismo, prosaico en el peor sentido.
Porque, si mantenerse en el filo mismo de la poesía y de todo lenguaje, entre la música y el argumento, como ya dije es sin duda prueba de cabal entereza intelectual, la verdadera línea de alta tensión aspira a alcanzar esos escasos momentos relevantes en que ambos elementos, sonido y sentido, parecen consumarse en una llama única.
Aunque quizás hay también una música de la mente, un sonido del sentido. “Pues la idea que hay detrás de un poema es siempre inferior al sentido del poema; el sentido depende tanto de la estructura musical como de la estructura intelectual”. Y no es casual ni que quien así opine sea nada menos que Eliot, ni que quien esto escribe lo haya elegido, junto con Valéry, como su testigo de descargo. ¿Quién podría acusarlos de oníricos, verbalistas o extrovertidos?