Opinión

Aquel 11 de septiembre

Este mes se está cumpliendo un año más del fatídico 11 de septiembre de 2001, –el X Aniversario– fecha funesta en la reminiscencia de esta época, y todos, en cualquier parte, podemos decir que ya no somos los mismos. El terrorismo computarizado cambió nuestras vidas.Son tiempos infaustos los actuales.
Este mes se está cumpliendo un año más del fatídico 11 de septiembre de 2001, –el X Aniversario– fecha funesta en la reminiscencia de esta época, y todos, en cualquier parte, podemos decir que ya no somos los mismos. El terrorismo computarizado cambió nuestras vidas.
Son tiempos infaustos los actuales. La brutalidad fanática centrada en una religión o postura política extrema, parecen ser la razón de tanto pánico generalizado. Jamás como ahora la aprensión ha sido parte de nuestra forma cotidiana de vivir.
Si creyéramos en los dioses emergidos en la ‘Odisea’ de Homero, diríamos que la causa de tanta perturbación está en nuestro destino, y Atenea, “la deidad de ojos de lechuza”, acusaría a la propia raza humana de ser culpable de tanto infortunio.
Igual a la recordada Oriana Fallaci, nos negamos a creer en una culpa colectiva, y esa va directa hacia los hipócritas que nunca ondean las banderas del arco iris para condenar al que hace la guerra “con los explosivos de los kamikazes o las bombas con mando a distancia atadas a los cuerpos de los fanáticos que no están dispuestos a morir. Los charlatanes que, de buena o mala fe, arrojan la culpa de la hostilidades sobre los americanos y nada más o sobre los israelíes y nada más”.
El fundamentalismo musulmán anclado en el siglo VI de nuestra era, fecha de la fundación del Islam por Mahoma, habiendo dejando a un lado la convivencia, no ofrece ninguna alternativa.
Ernest Renan, el autor de ‘Vida de Jesús’, escribió hacia el año 1880: “Las principales víctimas del islamismo son los propios musulmanes. Mis viajes por Oriente me han llevado a observar en muchas ocasiones que el fanatismo proviene de un reducido número de hombres peligrosos que impone a los otros la práctica religiosa por obra del terror”.
No es necesario llegar a esa cúspide. Hay un considerable gentío procedente del mundo árabe con suficiente coraje para hacer frente a la exacerbación. Aún así, o precisamente por ello, el Islam debería reverdecerse en algunos aspectos morales sin por ello apartarse de sus sacrosantos principios. Cambiar no es claudicar, es evolucionar.
Ha trascurrido más de una década del ataque más feroz contra Estados Unidos, y al relente de tanta muerte y destrucción apocalíptica, siguen habiendo muchas preguntas sin respuestas, un largo hilo de Ariana envolviendo la sinrazón de tanta barbarie sobre mujeres y hombres inocentes.
El desaparecido escritor lusitano José Saramago, ateo de oficio, se hacía ante aquel drama espantoso una pregunta aterradora: “¿Dónde estaba Dios ese día?”.