Opinión

Roldán

Acaba de salir de la cárcel Luis Roldán, que robó a manos llenas dinero público cuando era director de la Guardia Civil. Uno de los pocos que acabó en prisión en tiempos de saqueo obsceno del erario. Hoy se roba todavía más pero más fino, más sutil, con leyes sobre tributación, recalificaciones o subvenciones.
Acaba de salir de la cárcel Luis Roldán, que robó a manos llenas dinero público cuando era director de la Guardia Civil. Uno de los pocos que acabó en prisión en tiempos de saqueo obsceno del erario. Hoy se roba todavía más pero más fino, más sutil, con leyes sobre tributación, recalificaciones o subvenciones. Sucedió en la etapa final del llamado felipismo, un momento de transición en el que se abandonó la grosería de la dictadura franquista y se sentaron por fin las bases de corrupción características de los estados modernos occidentales, esos estados corruptos en fondo y forma que vamos impartiendo lecciones de democracia (en forma) al resto del mundo. Los expertos sostienen que Roldán mantiene a buen recaudo, en paraísos fiscales, los millones que robó a la ciudadanía. Esto sugiere dos reflexiones. La primera es sobre la nula convulsión social contra este mangante que contrasta con las manifestaciones y anuncios de reformas legales contra un violador o un asesino en concreto: fíjese cómo hemos interiorizado lo privado e individual sobre lo colectivo y estratégico como es el saqueo de la Hacienda de todos. La segunda es la constatación de que vivimos bajo gobiernos que, pese a todo lo que llueva, siguen negándose a acabar con la mayor trampa del sistema capitalista: los paraísos fiscales, que liberan a los ricos de tributar y provocan que sean las clases medias las que financien las escuelas y hospitales de todos.