Opinión

Resistencias

Las diversas protestas y movilizaciones sociales que se vienen sucediendo en las últimas semanas en Europa parecen identificar una masiva proliferación de resistencias populares contra la crisis y el modelo de austeridad.

Las diversas protestas y movilizaciones sociales que se vienen sucediendo en las últimas semanas en Europa parecen identificar una masiva proliferación de resistencias populares contra la crisis y el modelo de austeridad.
Varias capitales europeas se manifestaron a principios de junio contra la preponderancia de la ‘troika’ conformada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI. En Turquía, tras días de protestas contra la construcción de un opulento centro comercial en Estambul y una desproporcionada represión policial, diversas ciudades se unieron a la indignación ciudadana en unas manifestaciones que adquieren cada vez más tinte político, traducidas en las tensiones internas y las resistencias contra la crisis. Incluso Suecia, otrora paraíso de la prosperidad y del Estado del bienestar, se ha visto sacudido en las últimas semanas por violentas protestas de inmigrantes sacudidos por la crisis y la austeridad.
Bajo esta vorágine de manifestaciones, Alexis Tsipras, líder de la plataforma de izquierda radical griega SYRIZA, visitó el Sur de Europa con la convicción de conformar una plataforma europea de izquierda que haga frente a la preponderancia tecnocrática de la ‘troika’ y las políticas de austeridad. La visita de Tsipras bien pudo constituir una reacción a la realizada hace meses por la ultraderecha griega de Amanecer Dorado, que también visitó España entre otros países para igualmente conformar un movimiento regional contra la crisis.
Esta proliferación de protestas y manifestaciones determina una realidad inalterable que en Bruselas no parecen escuchar: la ciudadanía europea está harta de los recortes y la austeridad mientras busca sus alternativas de forma espontánea ante la caída de credibilidad de la clase política. Mientras la tecnocracia de la ‘troika’ parece mirar para otro lado, la resistencia popular puede terminar pasando factura electoralmente, moviendo el péndulo político europeo hacia varios lados, incluso sin descartar los peligrosos extremismos.
Al mismo tiempo, la crisis y la austeridad está alimentando el euroescepticismo, especialmente en Gran Bretaña, tras el reciente ascenso del partido nacionalista de corte antiinmigración UKIP en las elecciones municipales de Inglaterra y Gales, y la perspectiva de ascenso del partido Alternativa para Alemania (AFD), una nueva formación no exactamente antieuropea pero que espera sacar réditos electorales de cara a los comicios legislativos de septiembre próximo, los mismos que los que la canciller Ángela Merkel espera obtener la reelección.
Elecciones aparte, al ciudadano europeo se le presenta una coyuntura de mayor precariedad socioeconómica. De la dinámica de sus movilizaciones y presiones populares puede derivar un leve cambio de rumbo en la política económica de sus gobiernos. Poco a poco, parece que Alemania se queda sola junto a un puñado de países defensores de una austeridad en la que los ciudadanos no creen. Pero estos leves cambios de rumbo tradicionalmente fomentan una indefinición política y social, cuyo caldo de cultivo normalmente es aprovechado por los extremismos populistas. El sueño europeo de integración parece, cada vez más, en caída libre.