Opinión

Repsol

Todavía está fresca la foto de la cumbre de las principales comparsas políticas del mundo para despedir a Bush con todos los honores. Inaudita servidumbre de los que dicen representarnos pero que sólo se reúnen de urgencia para atender los problemas de los que más tienen, pues nunca se reúnen de urgencia por los que menos tienen, que son los únicos que se mueren de hambre por millones.
Todavía está fresca la foto de la cumbre de las principales comparsas políticas del mundo para despedir a Bush con todos los honores. Inaudita servidumbre de los que dicen representarnos pero que sólo se reúnen de urgencia para atender los problemas de los que más tienen, pues nunca se reúnen de urgencia por los que menos tienen, que son los únicos que se mueren de hambre por millones. Todavía está fresca la foto, decía, y ya estamos en España haciendo gala de la Economía hipócrita de la que presumimos. Es asombroso que haya algunos bienintencionados pensadores de izquierda que digan que el capitalismo ha muerto. Primero, el capitalismo nunca ha existido porque en todos los países el capital se ha beneficiado de subvenciones, aranceles, investigaciones públicas y hasta de intervenciones militares para sus proyectos empresariales (EEUU, por ejemplo, es uno de los países como más funcionarios del mundo, con políticas proteccionistas, con subvenciones a la industria militar, con el MIT proveyendo de ideas a la industria informática y con los laboratorios públicos entregando patentes a los privados). En España hacemos lo mismo, pero en rancio. Con una mano, el Gobierno bendice el libre mercado y, con la otra, pretende meter cizaña en la compra de Repsol, una empresa que está en el mercado bursátil como otra cualquiera, como si fuera patrimonio nacional. Si la quieren cómprenla en nombre del pueblo y, si no, dejen al mercado en paz. Aprendan de Chávez.