Opinión

Reforma

Dice el ministro español de Trabajo que la enésima reforma laboral será buena para los parados. Traducido: es una manera aviesa de decir que los derechos de los trabajadores se recortarán para que nos peleemos entre los de abajo por los mismos puestos de trabajo que hay en el mercado laboral, un mercado en el que el Estado no piensa intervenir para crear nuevos sectores productivos de empleo y riqueza.
Dice el ministro español de Trabajo que la enésima reforma laboral será buena para los parados. Traducido: es una manera aviesa de decir que los derechos de los trabajadores se recortarán para que nos peleemos entre los de abajo por los mismos puestos de trabajo que hay en el mercado laboral, un mercado en el que el Estado no piensa intervenir para crear nuevos sectores productivos de empleo y riqueza. Coincide, además, que desde hace veinte años todas y cada una de las reformas laborales, todas sin excepción, son para empeorar las condiciones del trabajador español. Es cierto que en estos años los grandes sindicatos se han derechizado hasta lo éticamente corrupto y han abandonado la conciencia de clase tan necesaria para entender que hay gente que sufre aunque no sean sus afiliados. Y es cierto que los funcionarios gozan de demasiados privilegios en comparación con aquellos que les pagan el sueldo, que son precisamente ciudadanos que cobran menos que ellos por hacer el mismo trabajo. Todo esto es cierto, pero ni esto multiplicado por un millón alcanza a compararse con los corruptos que han generado toda esta crisis y que, tras años de saquear el planeta de norte a sur, han sido refinanciados por los mismos gobiernos que, en un alarde enorme de desprecio a quienes les votan, atacan a la gente corriente con reformas laborales al dictado de la minoría de siempre, la que creó la crisis.