Opinión

Recuerdo y revelación (Alrededor de la fotografía)

El tiempo es la materia de la vida. Y no podemos escapar al tiempo. Pero pocas artes están más ligadas al tiempo que la fotografía. No sólo porque una foto sea apenas una visión arrancada al fluir del tiempo. Sino también porque nada separa, defiende ni exime a esa foto, a la fotografía, del tiempo mismo.
Recuerdo y revelación (Alrededor de la fotografía)
El tiempo es la materia de la vida. Y no podemos escapar al tiempo. Pero pocas artes están más ligadas al tiempo que la fotografía. No sólo porque una foto sea apenas una visión arrancada al fluir del tiempo. Sino también porque nada separa, defiende ni exime a esa foto, a la fotografía, del tiempo mismo.
    Los primeros artilugios mecánicos para fotografiar hicieron nacer algunos sueños, algunas utopías, pero también –ineludiblemente– algunas novedades. La foto era en primer lugar un documento, una manera de salvar al menos a la imagen de su definitiva e ineludible destrucción. Pero paso a paso, para algunos de golpe, para muchos de a poco, fue apareciéndole a la fotografía otra significación. Pocas veces las denominaciones fueron tan atinadas en estas lides como cuando se aludió, con respecto a la foto, a la técnica del revelado. Porque, junto con su capacidad obviamente documental, la foto comenzó a hacer evidente su don de revelación, de volver evidente algo que aparecía velado. Y de velarse, tal vez, cuando la realidad no quería o no podía ser revelada.
    Y la memoria que nos revela la fotografía no es solamente la que separa y resguarda a una mera imagen del mortal paso del tiempo, sino que es aquella memoria que recupera en un instante vivido lo que hay en él para nosotros de permanente (no me atrevo a decir eterno) y fecundo. Al adentrarse en los dominios del retrato, la fotografía pudo crecer y comprender lo que ya sabían los grandes pintores: que el retrato no es apenas un documento, sino la manifestación palpable de una evidencia.