Opinión

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El mismo periódico que narra como una hazaña el fichaje de Cristiano Ronaldo dedica la página anterior a criticar los sueldos de altos ejecutivos de empresas productivas, y en la anterior a ésta ofrece un reportaje (página subvencionada) sobre la crisis energética y el desarrollo sostenible, justo dos páginas después de un gran despliegue sobre la presentación de un rallie automovilístico.
El mismo periódico que narra como una hazaña el fichaje de Cristiano Ronaldo dedica la página anterior a criticar los sueldos de altos ejecutivos de empresas productivas, y en la anterior a ésta ofrece un reportaje (página subvencionada) sobre la crisis energética y el desarrollo sostenible, justo dos páginas después de un gran despliegue sobre la presentación de un rallie automovilístico. El propio Ayuntamiento, con un alcalde que según convenga presume de ecológico, ha patrocinado una exhibición de los coches de carreras, rugiendo y quemando ruedas sobre el asfalto. Los mismos periódicos que dicen estar implicados en grandes causas humanísticas o pacifistas son los mismos que venden espacios publicitarios para anunciar grandes casas de putas, de esas que todo el mundo sabe que no están llenas de trabajadoras libres para fornicar con quien les apetezca sino de mujeres llevadas a la fuerza como modernas esclavas. Los mismos medios que acusan personalmente al presidente venezolano de echar del país un tipo de coca-cola baja en calorías como si fuera un capricho tiránico son los que ocultan que esa bebida, para su distribución en Venezuela, lleva un compuesto más barato  prohibido en Estados Unidos (donde se emplea otro compuesto más sano y más caro) por sus riesgos para la salud. Si los medios admitieran que son empresas privadas con intereses directos en manipular la realidad, serían más creíbles que cuando dicen que están involucrados en causas éticas para mejorar el mundo.