Opinión

Patxi

Lo asombroso de la clase política dominante no es que sus miembros mientan como bellacos. Lo asombroso es que no pase nada cuando lo hacen. En Euskadi va a gobernar el socialista Patxi López con el apoyo del PP y la indignación del PNV, que presume de ser el partido más votado y cree que debería seguir en el poder pasándose por el forro la ley electoral, que permite pactar.
Lo asombroso de la clase política dominante no es que sus miembros mientan como bellacos. Lo asombroso es que no pase nada cuando lo hacen. En Euskadi va a gobernar el socialista Patxi López con el apoyo del PP y la indignación del PNV, que presume de ser el partido más votado y cree que debería seguir en el poder pasándose por el forro la ley electoral, que permite pactar. Al margen que lo permita la ley, tengamos también en cuenta que la ética y la aritmética dicen que el PP y el PSOE tienen más votos que el PNV, y si somos justos hay que admitir que hay una mayoría de ciudadanos que supera a la minoría del PNV. Lo que habría que denunciar de las elecciones del País Vasco, en todo caso, son dos cosas: Primero, que desde Madrid se ha prohibido votar a miles de personas que no han cometido ningún delito y que no apoyarían al eje PP-PSOE y, segundo, que la ley electoral concede a los votantes de Álava un injusto y antidemocrático privilegio respecto a las otras dos provincias, lo que termina alterando la presencia real que tienen los nacionalistas españoles frente a los nacionalistas vascos. Pero éste no es un artículo sobre las elecciones vascas sino sobre la mentira diaria de los políticos, que es lo que sucede cuando los mismos partidos que hoy han pactado en Euskadi montan el cirio padre cuando otras formaciones pactan legítimamente para gobernar y ellos pierden el gobierno.