Opinión

La partida doble

A Diego MuñozA los árabes se atribuye la creación contable de la “partida doble”, base de todos los sistemas de registro y anotación mercantil.
A Diego Muñoz

A los árabes se atribuye la creación contable de la “partida doble”, base de todos los sistemas de registro y anotación mercantil. El Activo y el Pasivo son los carriles donde se maneja y asienta lo que tienes y lo que debes, guarismos expresados a través de esas dos columnas que son el Debe y el Haber… Los fenicios también se arrogaron aquel hallazgo clasificatorio, pero sus vástagos de Wall Street no tienen ni idea de tales datos históricos, aunque usen ambas partidas exclusivamente para beneficio de las transnacionales, cargando las deudas, hasta el infinito, a los países pobres o “en vías de desarrollo”.
Tuve una novia –ignorante de Contabilidad, la pobre, aunque con atributos mucho más sustentables que el patrimonio versus las pérdidas– que se prendó de mí, confundiendo estos conceptos, como marinero que no supiese cuál es babor y cuál estribor y acometiera un abordaje equivocado… La bella de marras vio, casualmente, registros de mi Pasivo y los confundió con asientos en el Activo… “Vaya tío adinerado éste” –se dijo– interpretando mis copiosas deudas como hacienda próspera y disponible a todo trance.
La desilusión advino pronto, junto a la sospecha –infundada– de que no se puede ser, a la vez, poeta y eficaz contable… Infundada, caro lector, porque ambos oficios no se excluyen. Ahí tenemos al inmenso Fernando Pessoa, moviéndose, hábil y silencioso, entre la teneduría de libros y su modesto cubículo de creación, ambos sitos en la Rúa dos Douradores, corazón de la fascinante Lisboa, una de las más bellas ciudades del orbe. Escribe el poeta luso:
“La miseria de mi condición no se ve perturbada por estas palabras ligadas con las que voy formando, poco a poco, mi libro casual y meditado. Subsisto nulo en el fondo de toda la expresión, como un polvo indisoluble en el fondo del vaso de donde se ha bebido agua. Escribo mi literatura como escribo mis asientos –con cuidado e indiferencia, ante el vasto cielo estrellado y el enigma de muchas almas, la noche del abismo incógnito y el caos de no comprender nada– ante todo esto lo que escribo en el libro auxiliar de caja y lo que escribo en este papel del alma son cosas restringidas por igual a la Rúa dos Douradores, muy poco a los grandes espacios millonarios del universo…”.
En una ocasión, Pessoa dejó la cuartilla con un poema recién perpetrado en el libro de compraventas del cliente de la Casa Mendes, el principal de los de aquel despacho de administraciones mercantiles. Días después, el patrón Vasques le llamó a su privado. –Pessoa- le dijo, tengo dos reclamaciones en su contra: la primera, el señor Mendes encontró un poema suyo entre las hojas del libro de CV; la segunda, al señor Mendes no le hizo gracia el soneto y lo encontró flojo de rima… ¿Qué me puede responder, Pessoa?
–Que procuraré enmendarme y mejorar-, fue la escueta respuesta del reconcentrado vate.
Ya no se corre aquel riesgo del texto manuscrito traspapelado, pero me ha ocurrido enviar correos electrónicos equívocos, remitiendo al gerente general unas apostillas mías al Informe de Ciegos, lo que pudo haberse interpretado como atroz sarcasmo y flagrante desacato a la autoridad…
Amable lector, no pretendo acrecentar mi Activo, constituido apenas por dieciséis libros, pero quisiera disminuir mi Pasivo, aunque de nada me sirva aquella parte del Padrenuestro que aprendí de niño: “Perdona mis deudas, así como yo he perdonado (y perdono) a mis deudores”. Un amigo experto en el estudio de las religiones comparadas, me advierte que fueron los protestantes calvinistas los que influyeron en el Vaticano para cambiar “deudas” por “ofensas”, resguardando a los acreedores de una irreparable omisión económico-espiritual, incluyendo en sus letales consecuencias a las sagradas arcas del Banco Ambrosini…
En todo caso, a mí la partida doble se me da mejor en la dialéctica; a veces en la causa y efecto; a menudo en el dominó; muy rara vez, en el “toma y daca” de los jugadores afortunados.