Opinión

El nuevo presidente uruguayo irá al Xacobeo

En la esquina andan a vueltas con el comienzo de las clases. En unos días las calles se llenarán de túnicas blancas y moñas azules. En otro tiempos el mes de marzo era cuando Alivertti, Casa Soler o Introzzi se llenaban de madres en busca de la escolar túnica o del liceal uniforme azul y gris. Desaparecieron las tradicionales tiendas del centro y con ellas las del barrio. Hay que acercarse por los puestos de las ferias que proliferan en todos los barrios.
El nuevo presidente uruguayo irá al Xacobeo
En la esquina andan a vueltas con el comienzo de las clases. En unos días las calles se llenarán de túnicas blancas y moñas azules. En otro tiempos el mes de marzo era cuando Alivertti, Casa Soler o Introzzi se llenaban de madres en busca de la escolar túnica o del liceal uniforme azul y gris. Desaparecieron las tradicionales tiendas del centro y con ellas las del barrio. Hay que acercarse por los puestos de las ferias que proliferan en todos los barrios. Después del 15 de marzo el tema es si el Frente Amplio seguirá haciendo avanzar el país o si volverán los chorros afanancios de siempre. Es un año electoral en el que nos jugamos la permanencia o el descenso con tres equipos clasificados para la liguiya. Dentro de los miembros de la barra la mayoría es F. A. con reparto al 50% entre ‘Danilos’ y ‘Pepes’.
–Creo que el gobierno debería ayudar a los ciudadanos de menores recursos para el comienzo del curso escolar y liceal. Se podría establecer un mínimo de ingresos –digamos los que ganen menos de 3000 pesos– para poder ser beneficiario de una subvención para material escolar.
–No me parece, Pocho, que la solución sean las ayudas. Así seguimos instalados en el pichuleo. Lo mejor sería que los salarios fuesen decentes. Sobre todo subir el mínimo. Las ayudas son limosnas que deberían quedar para casos extremos. Para que se mueva algo de guita necesitamos unos sueldos normales.
–Bien, Tito, vos hablás con criterio pero tu propuesta es de ciencia-ficción. Acá es casi imposible tener un sueldito normal. ¿Me entendes, loco? Un par de zapatos marca perro te cuestan un fangote de guita y no hablemos de unos Gallaratte. Hay algo que no me cierra… que tengas que gastarte un salario mínimo para unos zapatos berretas cuando en España por ejemplo con el 10% del salario mínimo te comprás unos de la gama media-alta.
–Por eso digo que se tienen que compensar los bajos salarios. Hablando de tamangos: no se entiende que teniendo cuero nos cuesten más que en países que lo importan. Supongo que la cagada está en nuestro microscópico mercado. Al tener un mercado tan chico la demanda es baja. Estamos dentro de un círculo muy jodido: no compro porque no tengo y no vendo porque no me compran. ¿Entonces? Echamos mano de los parches. Si no da la nasta para una rueda nueva le meto parches hasta que el alambre saque chispas. Es así.
–Bueno… bueno… muchachos. Lo que ustedes acaban de hablar habría que grabarlo y reproducirlo en Wall Street. Es una lección con recetas para salir de la crisis creada por los especuladores. ¿El dilema es entre ayudar o no ayudar o es entre producir o importar? Claro que si entendemos por ayuda la millonada que va para los bancos entonces vamos mal. Dentro de la gilada del capitalismo reinante están los teóricos de la no intervención: la economía tiene sus reglas y los estados no deben meterse. ¡Ojo! No estoy hablando de socialismo. Simplemente recuerdo que un tal Owen lo propuso en Inglaterra hace más de un siglo.
–Usted es el que sabe, don José. Nosotros abrimos la boca pero tenemos poca idea. Si acertamos es de casualidad. Nos parece que el sistema es una gran paradoja por no calificarlo de joda universal. Venimos escuchando a blancos y colorados insistir en criticar al Frente por ser intervencionista pero delante del afane de las financieras yanquis se callan la boca. ¿Cómo se come la papita, che? La intervención está mal cuando se benefician los pobres y bien cuando se benefician los ricos. Somos boludos pero no tanto.
–La verdad, muchachos, yo de economía no tengo ni idea. Simplemente hecho mano de mi experiencia y miro para atrás. Con los recuerdos aún fresquitos quito conclusiones. Hace más de 50 años que nuestro Uruguay viene perdiendo nivel de vida. El paso del tiempo ocasiona que se instale en todos nosotros la dura enfermedad del pesimismo. Desaparecen las sonrisas. Ahora la actividad preferida es putearse unos a otros. Al mismo tiempo que descendemos en ingresos también lo hacemos en autoestima. Que los uruguayos no podemos, que somos pocos y unos haraganes.  
–Cierto, don José. No hay alegría pero la cosa no está para risas. Dicen que el país mejoró. Puede ser que en autoestima –como la llama usted– estemos mejor. No lo niego. Pensé en irme con la patrona unos días a La Paloma y no pude. Tenía unos mangos ahorrados pero me negué a quemarlos en el alquiler de un ranchito. No puede ser…¡es un afane!
–Te entiendo, Pocho. A mi también me gusta mucho la playita y guardo en mi corazón unos recuerdos maravillosos de un lejano verano. Fui con una antigua novia mía que labura en el CASMU. Cuando voy al médico y coincido con ella nos acordamos de unos ricos berbechos con salsa golf de hace más de 30 años. El balneario rochense es ideal pero irse de vacaciones no es un artículo de primera necesidad. Los alquileres son caros –estoy de acuerdo– pero podés llevarte la carpita o no ir o guardar para el invierno. A lo mejor una buena manera de que el país progrese es saber realmente en lo que cada uno puede gastar. En Turismo todavía tenemos los pañales puestos. Cuando hable con el flaco Izaurralde le comentaré que necesitamos aprender con urgencia y que para ello lo mejor es que el Pepe Mujica viaje en el 2010 a Santiago de Compostela. El flaco es un amigazo de la infancia que tiene línea directa con nuestro próximo presidente pero es un poco tímido. Espero me haga caso porque la celebración del Xacobeo es un buen espejo en el que mirarse.
–Quiere decir que nosotros podemos aprender de la experiencia de los gallegos. Me parece, don José, que nos queda un poco lejos teniendo al lado a argentinos y brasileros. Tampoco parece que el turismo religioso tenga futuro por estos lares. Además allá tienen muchos visitantes de alto poder adquisitivo. Nosotros estamos lejos y tenemos pocos atractivos. No veo al presidente Mujica rezando en la catedral o peregrinando por el camino de Santiago.
–Acá está la cuestión, muchachos. Mi idea es que el Turismo poco tiene que ver con los paisajes. Muy pocos paisajes en el mundo tienen el magnetismo suficiente para un desplazamiento de más de 10.000 kms. El Turismo tiene múltiples facetas que no se relacionan directamente con un río o una montaña o un fértil valle. Reconozco que existe un hueco en el mercado para el turismo religioso pero no es nuestro caso: ni el Verdún en Minas ni San Cono en Florida son motivo de gran devoción. Nosotros somos más de tomar mate y reflexionar. Es justamente donde encuentro la coincidencia con los gallegos. Ellos son como nosotros gente de diálogo y de largas sobremesas. Nuestro país tiene una posibilidad única: que desde Galicia viajen los familiares de los gallegos que se establecieron en el Uruguay. Una parte de su familia vive acá. Se me ocurre que antes de firmar un convenio de colaboración nuestro presidente comparta una mateada con empresarios retornados. Luego del mate fraternal con don Pepe quedarán comprometidos con la promoción de nuestro gran paisito. No olvidarán que los recibimos con los brazos abiertos cuando cruzaron el mar buscando un lugarcito para calentarse.