Opinión

De monasterio en monasterio

A carón deste castelo,agarimadiñas todas,ou pola veiga ceibadascomo bandada de pombas,as retelladas troneirasabertas ó sol que as doura,alcóntrase as brancas casasda villa de Vilanova.
De monasterio en monasterio
A carón deste castelo,
agarimadiñas todas,
ou pola veiga ceibadas
como bandada de pombas,
as retelladas troneiras
abertas ó sol que as doura,
alcóntrase as brancas casas
da villa de Vilanova.

Recitaba para si, el cronista aquella víspera electoral cuando ante sus ojos batieron las piedras que quedan del que fue castillo de Vilanova das Infantas en la cima de un castro próximo ya de la cuna natal del homenajeado.
Y el coche fue avanzando paralelo a las viejas fachadas, no tardando en observar desde la ventanilla al viejo profesor, Xesús Alonso Montero, dándole al verbo caminosamente entre otras piedras solares de la villa de Celanova ladeado de los primeros ponentes en llegar para conmemorar tan señalada jornada marcada por las letras gallegas.
–Mira, ahí va Baldomero, con certeza estará presente en los actos.
¿Quién es?
El paisaje, paisanaje, las tradiciones de estos lares alcanzaron en Curros Enríquez, Celso Emilio Ferreiro elevada representación en la palabra o en la escrita,  en la actualidad es la paleta contemporánea de Baldomero Moreiras.
¿Lo conoces?
En la mitad de la década de los noventa comisarié una exposición en la Galería de Arte Camínhense en Portugal, por aquel entonces compartí morada y estudio unos días en lo que es, ni más, ni menos, que la Rectoral de Golpellás, jornadas sibaritas, reflexionando sobre los mimbres del entorno que como bien escribió Francisco Fariña “acrílicos donde el paisaje se transforma en sueño a través del entrelazo”.
¡De monasterio en monasterio!
Es Acisclo Manzano.
Sí señor, del caserío abacial de Oseira al Claustro Barroco del monasterio de San Salvador.
Todavía reciente el acto del ingreso en la Real Academia Gallega del escultor orensano afincado en Viduedo, eligiera el Escorial gallego, allá en las faldas de la Sierra Martiñá, mientras que en el que nos encontramos, es el más acertado para conmemorar el centenario de la muerte de Curros como también podría haber sido la Casa de los Poetas a muy pocos metros, que es la misma donde nació el 15 de septiembre aquel año de 1851, otrora calle San Roque, ahora bautizada con el nombre del poeta que escribió ‘O Divino Sainete’.
La guitarra y la voz envolvieron el salón de actos del cenobio e San Salvador. / Da aldea lexana fumegan as tellas; / detrás dos petoutos vai póndose o sol / retornan pros eidos coa noite as ovellas / tiscando nas beiras  o céspede mol.
¿Cómo se llama?
Luís Emilio Batallán, médico rural y cantoautor, musicó letras escritas por Curros ‘Notuturnio’ como ésta que sueña y de Celso Emilio, temas que luego cantaron su amigo Pablo Milanés o Toquinho.
Y a partir de ese momento fueron subiendo al escenario, intelectuales de la talla de Fernando Salgado, José Luis Axeitos, Marcos Valcárcel, José López o la escritora Rosa Aneiros, recordando al bardo gallego, como maestro de periodistas y defensor de su idioma.
Emotivo fue el momento de la proyección del video, pues todos los asistentes vimos a Curros Enríquez en el Gran Teatro Nacional de La Habana, leyendo en el acto de  homenaje al músico mindoniense Pascual, el poema Alborada de Veiga, el mismo día del estreno del Himno Gallego, Os pinos de Eduardo Condal, escritor que junto con Rosalía y al que hoy le dedicamos esta tribuna, conforman tres grandes voces del resurgimiento literario gallego.
En aquel instante éste que escribe se percató de la ausencia de una de las grandes plumas de este país y de estas tierras, Xosé Luis Mendez Ferrín, que no hace muchos días dejó en unas líneas en gallego impresas en el diario decano de la prensa española, ‘Faro de Vigo’, “Galicia le debe a Cuba elementos constitutivos tan notables y diversos como podía ser el Himno, Rosalía, la bandera nacional, Curros, Cabanillas y la Academia, por no citar más cosas”.
Y estaba uno inmerso en las lecturas cuando desde el palco le llegó la voz del académico, Alonso Montero: “La iglesia quiso boicotear el libro, pero les salió el tiro por la culata”. Se refería al título ‘Aires da miña terra’, reeditado un año después de su primera publicación. Historiador que curiosamente tuvo conocimiento de la existencia de Curros a través de un zapatero y un barbero en su pueblo orensano de Ventosela. Lo contó durante su intervención en la jornada de reflexión y pidió el voto para el PCE, el partido de Curros Enríquez.
Tras el encuentro biográfico y la exaltación de la faceta más desconocida del inolvidable poeta celanovense, unos y otros participamos de un pequeño aperitivo bajo la obra de Fray Plácido Iglesias, el claustro gótico-barroco, recordando las tertulias en el desaparecido Café Goya en Vigo con Alonso Montero, el amigo común, Antonio Alonso Fontán, Laxeiro y otros intelectuales, entre otras conversaciones que dieron paso a nuevas ideas por parte de los allí presentes, como llevar a cabo durante el año currosiano, eventos que se prolongarán hasta el l5 de septiembre, conmemoración de su nacimiento, entre ellas una exposición plástica sobre el poeta de la autoría de la pintora de Cogollos, afincada en Galicia, Palacios Orive, dicho sea de paso la única que le dedicó un homenaje a Antonio Machado en la Biblioteca Pública y en el Instituto Camino de Santiago de la ciudad burgalesa. Recibió el apoyo del presidente de la Fundación Curros Enríquez y alcalde de Celanova, Antonio Mouriño, y ya está trabajando en ella.
Salimos de Celanova sin poder contemplar la obra de Fray Luis, ‘San Rosendo: Un hombre de ayer para nuestro hoy’, habíamos disfrutado de ella en Oseira cuando la sacó a la luz. En breve ocupará las paredes pétreas de la Torre Homenaje, las que quedan del antiguo castillo de Vilanova das Infantas, pero lo dejamos para otra ocasión, lo mismo de otra obra que el cisterciense pintor está a punto de rematar para presentar bajo el  título ‘Soy soy el vino’ en la Sala Caja de Burgos de Aranda de Duero. Será el 13 de mayo.