Opinión

Mayorías

En Europa, esa enorme hipocresía que se llama el centro político consiste, como ya he dicho, en legislar lo económico según las órdenes de los poderosos y legislar todo lo demás según los frívolos sondeos de opinión pública.
En Europa, esa enorme hipocresía que se llama el centro político consiste, como ya he dicho, en legislar lo económico según las órdenes de los poderosos y legislar todo lo demás según los frívolos sondeos de opinión pública. En ninguno de los casos se asume el desgaste o el honor de defender una ideología propia con la que cambiar el mundo, porque deberíamos estar todos de acuerdo en que este mundo no está bien y es preciso cambiarlo y para ello, se presume, se mete la gente en política. En España este esquema hace que los ejecutivos del Estado y de Galicia, aunque de partidos con distinto nombre, se parezcan hoy más que nunca. Ambos presidentes están cortados por el mismo patrón: decir lo que haga falta con tal de que suene a políticamente correcto, sondear con propuestas para ver si cuela y aplicarlas si calan bien en la población, aparentar campechanía y modernidad al menos en las formas, gesticular ampulosamente y hablar de las desigualdades sociales como si fueran una desgracia natural cuya responsabilidad no estuviera directamente en sus propias manos. Dicen estos políticos que hay que gobernar para las mayorías –hay una mayoría que esto, hay una mayoría que lo otro…– pero comprender a la ciudadanía exige justamente lo contrario: se trata de comprender que las personas somos, de una u otra manera, una masa llena de minorías que deben convivir con cierta armonía. Las mayorías, así como los grandes centros de poder ajenos a la clase política, ya se gobiernan solas muy bien y no necesitan ayuda.