Opinión

Un albañil del Cerro

En la esquina la barra se alegra por la suerte de David un albañil montevideano que allá arriba en El Cerro tuvo el santo ojete de ganar con el ‘5 de Oro’ más de 40 millones de pesos. Los comentarios son variados esperando que la llegada del viejo José Gervasio ponga un poco de sensatez con sus casi siempre sabias reflexiones.–Vamos a ver Pocho...es mucha guita. ¿Me entendés? No tenés que frenarte para nada.
En la esquina la barra se alegra por la suerte de David un albañil montevideano que allá arriba en El Cerro tuvo el santo ojete de ganar con el ‘5 de Oro’ más de 40 millones de pesos. Los comentarios son variados esperando que la llegada del viejo José Gervasio ponga un poco de sensatez con sus casi siempre sabias reflexiones.
–Vamos a ver Pocho...es mucha guita. ¿Me entendés? No tenés que frenarte para nada. Te podés comprar medio Montevideo y vivir sin laburar. Es la diosa de la fortuna la que eligió la casa de un trabajador para ayudarlo a salir de pobre.
–No me parece,Toto, que la guita sea tanta. Si no la cuidás acabás otra vez en la lona. Hay que tener cabeza porque suerte la tiene cualquiera. El más gil puede dar en el clavo una vez en su vida. Al revés, si tenés la mala te escrachás en cualquier esquina como le pasó al Diego Rodríguez en Ejido y la Rambla.
–Bueno, muchachos. Acá tenemos tema para debatir porque la cosa es seria. Lo primero que se me ocurre decir es que una alegría nunca viene mal. Es motivo de felicidad que un trabajador emboque la quiniela. Ahora bien, estoy con el Pocho en que la cantidad es absolutamente relativa. No es nunca mucho ni tampoco poco. Depende del razonamiento que haga el suertudo después de ganar el premio. Hay gente que con dos mil pesos se arregla y otros con la misma cantidad andan siempre pelados.
–Yo sostengo que con ese fangote de mangos acá en el Uruguay sos un campeón. Si laburamos todo el mes por 3 mil pesos la verdad es que con 40 millones estamos en la gloria. Se acabaron las preocupaciones y las ausencias del Centenario. Ahora siempre a la Tribuna América.Se acabaron los chorizos al pan, ahora a morfar con un mantel bien prolijito delante.
–Creo, querido Toto que te equivocás. En serio, repito que depende de David y no del premio. Sobran ejemplos en el mundo de gente que años después de ganar un gran premio se quedó con menos o igual de lo que tenía antes de acertar. La primera equivocación es la decisión habitual de voy a comprar esto y aquello. Empezamos mal. Así no es la cosa. Antes de sacar un mango del bolsillo hay que pensar. Claro que no es fácil si no estamos acostumbrados a ello y repetimos esquemas que nos llevan irremediablemente a quedar sin alpiste.
–Bueno, don José, yo tampoco me quería pasar de razonamientos y reflexiones. Que no coincida con el Toto no quiere decir que si me toca la re-guita me voy a poner a darle vueltas y vueltas para no quedarme en bolas. Gastaría, pero pensando bien en las inversiones para no pasarme de la raya. Una casa mejor pero sin irme a la más lujosa mansión; unas participaciones en CUTCSA; una cantidad a intereses en dólares. Más o menos así.
–Te entiendo, Pocho. No hay que romperse el mate, de acuerdo. En lo que si creo firmemente es en que antes de gastar hay que pensar en aumentar el capital que tengo. Es cierto que soy millonario pero si hoy gasto un millón que no repongo, mañana tendré menos dinero. Está claro ¿no? Si actuamos con responsabilidad tendremos también una herencia que dejar a los nietos. Si somos unos loquitos egoístas nuestros herederos dirán que pudimos administrar mejor. A lo mejor ustedes que son muy jóvenes no captan el mensaje que les quiero trasmitir.
–Lo que se dice captar, captamos, pero me parece que usted la complica mucho. Así no se vive el presente, don José. Estaría atado si cada vez que voy a realizar un gasto tengo que pensar en los nietos. Usted me conoce y sabe que no tengo aún claro lo que haré el sábado que viene. Entonces no pretenderá que piense en guardar para dejar algo en herencia.
–Perdón, muchachos. Al final tienen razón ustedes dos porque de una u otra manera cada uno tiene que cometer sus errores. Al estar jubilado tengo una visión diferente de la vida. Cuando miro atrás me doy cuenta de la cantidad de cagadas que me mandé. Me estoy refiriendo a decisiones –ojo, que nunca fui jodedor– erróneas.  Es por eso que no quiero que les pase a ustedes. Si me meto a dar consejos es porque son dueños de un noble de corazón. La verdad es que al pensar en los 40 millones se me fue la cacerola. Me parece que la vieron por el Rincón del Cerro.