Opinión

Manuel Murguía y el ‘compromiso’ de la generación de 1846

A la generación gallega de 1846 –denominada así por haber protagonizado el levantamiento del mismo año– se le debe el mérito de descubrir la “realidade galega”, por más que no la hubiera interpretado acertadamente. Una generación de escritores digamos que ‘comprometidos’ con la revolución del Romanticismo que se estaba viviendo en el resto del Estado español.
Manuel Murguía y el ‘compromiso’ de la generación de 1846
A la generación gallega de 1846 –denominada así por haber protagonizado el levantamiento del mismo año– se le debe el mérito de descubrir la “realidade galega”, por más que no la hubiera interpretado acertadamente. Una generación de escritores digamos que ‘comprometidos’ con la revolución del Romanticismo que se estaba viviendo en el resto del Estado español. Faraldo, Ramón y Manuel Rúa Figueroa. Romero Ortiz y Neira de Mosquera, además de Posada y algunos más, eran descendientes, por tanto, de aquella “metamorfosis” que tiene lugar en los modelos literarios en los cuales el Romanticismo, por decirlo así, ‘nacional’ del Duque de Rivas, José Zorrilla y Ramón Mesonero Romanos será sustituido por el acuñado Romanticismo ‘social’: el de Mariano José de Larra y el de José de Espronceda, quienes, continuando el principio de que “lo que se encuentra en la naturaleza debe estar en el arte”, determina una literatura de “compromiso” con la “realidad social” más cercana. En su obra Los precursores el escritor e historiador Manuel Murguía, esposo de nuestra Cantora Rosalía de Castro, otorga a esta generación de 1846 el enorme “descubrimiento” de Galicia: “Había por aquel tiempo escritores que ensalzaban la hermosura de nuestras cuatro provincias, que la defendían con calor de los agravios de que eran víctimas, que interrogaban su pasado, que trataban de infundir un nuevo espíritu en este pueblo, a la sazón más que muerto”.
De entre todos los ‘precursores’ Murguía situaba en lugar preferente a Faraldo debido a su “reflexión sistemática y ordenada”: “Conocía el porqué debía intentarse la obra de rehabilitación del país gallego”. Aquellos inquietos intelectuales fundaron periódicos con cabeceras tan significativas como éstas: El Centinela de Galicia y El Iris de Galicia. Revista de Galicia y El Idólatra de Galicia. El Emancipador Gallego y La Situación de Galicia. La Aurora de Galicia y El Por Venir y Diario de la Juventud Gallega y otros que iban naciendo en la misma época. Ellos denuncian la situación de “subordinación de la economía gallega”, así como la “glorificación de nuestro más remoto pasado histórico”. Reivindican, pues, la “recuperación da unidade galega” –el “reino” como única provincia; de ahí la denominación de “provincianistas”–, rota por la arbitraria subdivisión en las llamadas “provincias”.
Así pues, si bien con decepcionante derrota, brota la primera gran experiencia política y militar con el “levantamiento” de 1846 en Carral, cuyos muertos sentarán un “espacio simbólico” muy icónico dentro de la cultura del país gallego. “En la funesta tarde del 23 de abril de 1846”, escribió Murguía, “cuyo ocaso se iluminó con los más vivos resplandores. Un solo combate fue suficiente para poner entre los sueños de la víspera y la realidad del día siguiente, todo un mundo de dificultades y olvido”. Y añade: “El mismo Faraldo no hacía más que vislumbrar el resultado posible de sus tentativas y esfuerzos”.
En cuanto a la “segunda generación” –la del conocido ‘Rexurdimento’ de Galicia– conviene recordar su incorporación de nuevos elementos para el proceso de la “identidade galega”. Y Manuel Murguía concede a su esposa Rosalía de Castro la “voz da patria”. Agreguemos los reconocidos nombres de Eduardo Pondal y Manuel Curros Enríquez, así como también los de Añón y los de Antonio y Francisco de la Iglesia, quienes asumen el ‘compromiso’ de emplear la lengua gallega como expresión literaria.