Opinión

Mantras, ideología y tinieblas

El diariero amigo de mi barrio me dijo los otros días: “Nunca imaginé que la gente hablara tanto por teléfono. A veces digo hola a alguien que pasa porque creo que es un cliente que me saluda. Y no, es una conversación.” Le conté la anécdota de Henry David Thoreau cuando le comentaron el reciente invento. “¿La gente tiene tantas cosas que comunicar?”, preguntó sorprendido.
Mantras, ideología y tinieblas
El diariero amigo de mi barrio me dijo los otros días: “Nunca imaginé que la gente hablara tanto por teléfono. A veces digo hola a alguien que pasa porque creo que es un cliente que me saluda. Y no, es una conversación.” Le conté la anécdota de Henry David Thoreau cuando le comentaron el reciente invento. “¿La gente tiene tantas cosas que comunicar?”, preguntó sorprendido. Sin duda los celulares son preocupantes, nos salpican intimidades, aturdimientos. Seres opacos, chabacanos. Para que nos entendamos, /diletto /lector, no estoy en contra de la tecnología. Hay seres que quieren entender lo contrario, personas que viven en ‘estado de enojo’. No es mi caso. Simplemente creo que hay una pulsión destructora en la sociedad.
El lenguaje corre serios peligros para una civilización mercantilista. Un sólo ejemplo. El único día que las páginas de Internet sobre pornografía no estuvieron por encima de todas fue aquel 11 de marzo. El lenguaje se vuelve inaudible cuando se lo mediatiza, la comunicación se pone al servicio del marketing. Todo se quiebra, se agrede y se violenta culturalmente. Vivimos la farandulización y canalización en forma permanente. Un lenguaje procaz va erosionando el alma. A esto hay que sumarle la jerigonza informática: ripear, bide rate, playlist, tag, iPod…
¿Somos personas cultas, qué significado tiene ser escritor, periodista o poeta en estos tiempos? ¿Qué relación hay entre la literatura y la industria editorial? Entre un autor clásico y un best seller. Hay detalles, no menores. En la XXXII Feria del Libro Internacional de Buenos Aires, /Chiche/ presentará su libro y conversará con el público. Sí, no se equivoca, estoy hablando del mismo. Una renombrada editorial editó un libro de Samuel /Chiche/ Gelblung, comunicador de masas. Hay más. Cuando de joven entrevistaba a escritores para Radio Nacional en la Feria del Libro –del autor al lector– puedo recordar al azar, entre otros, a José Donoso, Ana María Matute, Luis Rosales, Juan Rulfo, Gonzalo Torrente Ballester, Mario Benedetti, Antonio Di Benedeto, Xosé Neira Vilas, Miguel Barnet, Roberto Fernández Retamar.
Querido lector: esto que escribo vale tanto para Santiago de Compostela como para La Rioja, Montevideo o Manhattan. Tal vez Susan Sontag (1933-2004) una lúcida mujer y una de las máximas figuras intelectuales contemporáneas, señaló en muchos de sus escritos o declaraciones la relación del hombre con el mundo y consigo mismo. En su obra Sobre la fotografía plantea ciertos aspectos estéticos y morales de la omnipresencia en las imágenes fotografiadas. El significado y trayectoria de las fotografías. Y esto nos lleva a contemplar un mundo que se vincula con el poder, el periodismo, la familia, la ensoñación en un universo cada vez más atemorizado. Sus conceptos pueden hacerse extensivos a la mirada que nos propone la televisión, los videojuegos o los teléfonos celulares. Y los discursos de políticos o empresarios. Los puntos de vista están allí. Recordemos al pasar a una de las mentes más brillantes del siglo XIX, me refiero a Feuerbach, cuando en 1843 escribió en /La esencia del cristianismo/: “…nuestra era prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser”.
“La industrialización de la fotografía permitió su rápida absorción en los usos racionales –o sea burocráticos– que rigen la sociedad”, escribe en un momento Sontag. “La mayoría de los turistas se sienten obligados a poner la cámara entre ellos y toda cosa destacable que les sale al paso. Al no saber cómo reaccionar, hacen una foto.” Algo más. “La fotografía se transforma en rito de la vida familiar justo cuando la institución misma de la familia, en los países industrializados de Europa y América, empieza a someterse a una operación quirúrgica radical. A medida que esa unidad claustrofóbica, el núcleo familiar, se extirpaba de un conjunto familiar mucho más vasto, la fotografía la acompañaba para conmemorar y restablecer simbólicamente la continuidad amenazada y el ocaso del carácter extendido de la vida familiar.”
No es casual, entonces, que el prestigioso cardenal italiano, Carlo María Martín, admitió en estos días la legitimidad del uso del preservativo como un ‘mal menor’ en la lucha contra el flagelo del sida.¿Unió el rompecabezas que le armé? Hasta la próxima y no se olvide que tenemos el Mundial. A comprar camisetas de Togo.