Opinión

Leyenda de ‘los polluelos de oro’ y el ‘encanto’ de Lañas

En la aldea gallega de Lañas existe una ‘croa’, es decir, un ‘castro’ o montículo con numerosos peñascos donde habita, desde hace ya incontables años, una gallina que de cuando en cuando sale a la madrugada con su ‘rolada de pitos’: su amada pollada. Tales polluelos son de oro, mas nunca nadie ha sido capaz de arrebatar uno de ellos.
Leyenda de ‘los polluelos de oro’ y el ‘encanto’ de Lañas
En la aldea gallega de Lañas existe una ‘croa’, es decir, un ‘castro’ o montículo con numerosos peñascos donde habita, desde hace ya incontables años, una gallina que de cuando en cuando sale a la madrugada con su ‘rolada de pitos’: su amada pollada. Tales polluelos son de oro, mas nunca nadie ha sido capaz de arrebatar uno de ellos. Tampoco, por más que se haya escudriñado por aquellos parajes, pudo encontrarse jamás un rastro de los mismos ni verse dónde anidaban.
Esta gallina de los polluelos de oro –fácil es de comprender– es lo que se denomina un ‘encanto’. Acaso se trate de la misma doncella quien, antes de aparecer el sol en las neblinosas montañas de primavera, sale gozosa a peinarse los rubios cabellos con un bello peine de oro. Claro que tampoco nadie sabe dónde podrá ocultarse en el momento en que alguien intenta aproximarse a ella. También existe otro ‘encanto’ –una variante de éste– en el ‘castro’ de Lañas. Se refiere al ‘mouro’ o gigante, guardián de los ‘tesouros’, el cual tal vez sea quien tiene ‘encantada’ a la doncella –asimismo llamada ‘fada’– y a la gallina de los polluelos de oro. ¿Y quizás no serán los dos idéntica realidad y soñada vivencia de la hermosura imaginativa del ser humano?.
“La mujer que me ha contado todo esto –escribe el ensayista y gramático gallego Leandro Carré Alvarellos en su obra titulada Las leyendas tradicionales gallegas, Espasa-Calpe, Madrid, 1983– me ha dicho cómo ella había visto al ‘Encanto’ cuando era una niña de aproximadamente doce años”. Junto con una hermanita más pequeña andaba ella a través del monte de Agra en compañía del ganado. “Era por la mañana”, prosigue Carré Alvarellos, “entre las once y las doce. Habiéndose sentado al lado de un pino, repentinamente vio aparecer por la parte del monte ‘da croa’ un espléndido caballo tan enorme como un ‘hórreo’ de Galicia”.
Aquel caballo era de color castaño claro, diríamos que dorado, y de una sorprendente belleza. Sobre él montaba un hombre alegre, muy alto y robusto. Al recibir aquella fantástica ‘visión’, ella sintió miedo, se alzó y huyó aterrada. Y la otra niña echó a correr igualmente tras su hermana. Tan pronto como alcanzaron la casa, la niña contó a su madre cómo había visto a aquel hombre tan grande como su caballo. “¡Ai, filla, que ese era o encanto! ¡Qué fixeches?”, le interrogó su madre. “Sentín medo ao ver aquel cabalo e máis aquel home tan grande. E fuxín”. “Pois perdiches unha grande riqueza. E xa endexamais voltarás a ter outra acaxón como ela; mais, por se che cadrar, vouche dicir o que debías ter feito. Se tiraras o pano da cabeza e collido por un dos bicos o estenderas no ár por diante do home, ou por riba do cabalo, e dixeras ‘dame da túa riqueza e du dareite da miña pobreza’, aquel cabalo virábase de ouro e todo era para ti…”.
Y la hija respondió: “Pero eu non sabía aquelo e ‘o encanto’ foise cara o castro de Elviña. E o non vin máis na miña vida”.
Bien conocemos que por tierras de Galicia andan de boca en boca numerosísimas leyendas, la mayoría de ellas antiquísimas. Uno de los géneros literarios populares más ancestrales. El relato de un hecho real decorado o transfigurado por la fantasía o la imaginación. Tradición oral que, al igual que los ‘romances’ del viejo Cancionero General, se modifican y se difunden.