Opinión

Latinos

Los países que fueron imperio (esta palabra no es un orgullo; es una mancha a reparar) tienen tendencia a crear mitos degradantes de todos los pueblos que le rodean, como le sucede al imaginario español con los hermanos de América.
Los países que fueron imperio (esta palabra no es un orgullo; es una mancha a reparar) tienen tendencia a crear mitos degradantes de todos los pueblos que le rodean, como le sucede al imaginario español con los hermanos de América. Uno de esos mitos es el que pretende convencernos de que, entre España y América, la primera es la generosa porque admite en su territorio a unos cuantos cientos de miles de emigrantes a los que se les ofrece un trabajo, generalmente tan mal pagado que no lo desea ningún español. Los politiquillos que tenemos en los grandes partidos de España se refieren a ellos con una condescendencia insultante y, atizados por unos medios más racistas que el español medio, casi nos convencen de que ellos nos deben algo. Pero es que ni siquiera en la balanza económica estos datos son ciertos. Si echamos cuentas de la cantidad de fortunas españolas que se han hecho (unas muy sacrificadas, pero las más grandes con trampas y saqueos que no se atreverían a practicar en Europa) a cuenta de la riqueza americana aprenderíamos a extender una gran alfombra roja cada vez que un representante latinoamericano visitase España. Por eso los pueblos latinos de América están pasando una de las transiciones más importantes de toda su historia: empiezan a creer que ni ellos ni sus representantes son los súbditos de ningún españolito. Y los españoles seguiremos siendo buenos súbditos de las multinacionales a las que defendemos hipnóticamente, como si les debiéramos algo. La clave de todo será su independencia económica.